KISS: UN EJÉRCITO DE FANS LO CONVIRTIÓ EN UNA MARCA DE MIL MILLONES

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Hablemos claro: KISS no solo tocaba rock and roll; ellos vendían una religión. A diferencia de cualquier otra banda de su época, Gene Simmons y Paul Stanley no solo querían discos de oro, querían convertir su imagen en un imperio. Y la piedra angular para lograr esta dominación del mercado no fue un riff genial, sino la creación de la KISS Army.

En la historia del rock, el merchandising (la venta de productos relacionados con la banda) era una ocurrencia tardía, un extra. Para KISS, fue la estrategia central. Ellos fueron los pioneros indiscutibles en transformar los alter egos maquillados (The Demon, The Starchild, The Spaceman y The Catman) en marcas registradas de alcance global.

EL NACIMIENTO DE UN IMPERIO

A mediados de los años 70, mientras KISS luchaba por vender discos, dos adolescentes en Indiana, Bill Starkey y Jay Evans, estaban tan frustrados por no escuchar a su banda favorita en la radio local que decidieron fundar un club de fans oficial. Lo llamaron KISS Army.

Gene Simmons y Paul Stanley, con una visión de negocios que pocos músicos han igualado, tomaron esa iniciativa orgánica de los fans y la convirtieron en una maquinaria de mercadeo. En lugar de ignorar a sus seguidores, les dieron un nombre épico y una identidad: eran más que fans, eran soldados en una cruzada musical.

FIDELIZACIÓN MASIVA

El concepto de la KISS Army generó una lealtad sin precedentes. Los fans se sentían parte de algo exclusivo y poderoso, lo que se tradujo en una demanda insaciable por cualquier producto que llevara el icónico logo del trueno.

DIVERSIFICACIÓN SIN LÍMITES

Aprovechando el éxito de la Army, KISS llevó el merchandising a niveles nunca antes vistos en la música, superando incluso a gigantes como Elvis Presley y The Beatles. Vendieron desde lo predecible (camisetas y posters) hasta lo extravagante: ataúdes con su logo, cómics de Marvel, tarjetas de crédito, papel higiénico y hasta condones (KISS Kondoms).

Se estima que, solo entre 1977 y 1979, las ventas mundiales de artículos con licencia alcanzaron los 100 millones de dólares.

KISS entendió que el negocio no estaba solo en las entradas del concierto o los discos de platino, sino en el poder de la marca. Hoy, cuando vemos a cualquier banda vendiendo figuras de acción, videojuegos o líneas de vinos, recordamos que el glamour y el shock de KISS fueron solo el envoltorio de la lección de negocios más grande del rock.

EL LEGADO DE KISS

El legado de KISS no es solo musical; es un modelo de cómo la lealtad fanática (la KISS Army) puede ser canalizada para construir una compañía transnacional que factura miles de millones de dólares.

El rock es negocio, y ellos fueron los primeros en gritarlo sin maquillaje.

Tags: #IMPERIO, #KISS, #rock, bitacoradiario

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