Por El Hombre de Negro
El papel de Yoko Ono en la separación del cuarteto de Liverpool sigue siendo motivo de debate más de cinco décadas después.
La separación de los Beatles en 1970 marcó el fin de una era para la música popular. Aunque múltiples factores influyeron en la disolución del cuarteto de Liverpool —desacuerdos creativos, tensiones personales, problemas financieros y el desgaste natural de una relación tan intensa—, el nombre de Yoko Ono ha sido, durante décadas, el más señalado como detonante del rompimiento.
Yoko Ono, artista conceptual japonesa, conoció a John Lennon en 1966 y comenzaron una relación cercana poco después. Su presencia en los estudios de grabación, particularmente durante las sesiones del Álbum Blanco (1968), fue vista por muchos —incluidos los otros integrantes de la banda y su equipo de trabajo— como una intromisión en un espacio que hasta entonces había sido reservado exclusivamente para los cuatro músicos.
Por primera vez, una pareja sentimental se sentaba dentro del estudio de Abbey Road durante las sesiones creativas, rompiendo una dinámica cuidadosamente mantenida durante años. A partir de ese momento, las fricciones entre Lennon y McCartney se intensificaron. Paul, que intentaba mantener unido al grupo, comenzó a chocar con John, cada vez más distanciado e interesado en sus proyectos con Yoko, tanto musicales como artísticos.
Las disputas legales por el manejo de Apple Corps, la compañía creada por los Beatles, y la muerte de su mánager Brian Epstein en 1967, también fueron factores decisivos. Sin un liderazgo firme, las diferencias se hicieron irreconciliables.
Aunque muchos fanáticos y medios culparon a Yoko de la ruptura, con el tiempo ha quedado claro que su papel fue más simbólico que directo. “No rompió a los Beatles”, dijo Paul McCartney en una entrevista de 2012. “La banda ya se estaba separando. Si no hubiera sido Yoko, habría sido otra cosa”.
A más de cincuenta años de la ruptura, Yoko Ono sigue siendo una figura polarizadora. Para algunos, es la artista que fracturó a la banda más importante de todos los tiempos; para otros, simplemente fue el catalizador de un proceso inevitable. Lo cierto es que, con ella o sin ella, el final de los Beatles ya estaba en marcha.