El señor Arévalo desaparecido editor y librero de San Miguel Allende –quiso obsequiarme unos viejos apuntes con la única condición que yo no preguntase sobre el porqué a los eventos previos a su misteriosa aparición. Se trata de un manojo de escritos a puño y letra realizados por Don Luis de Tovar, poeta generoso, juglar con grandes fijaciones a la Mitología Griega, García Lorca y festivales cervantinos donde el vino enmarca toda eyaculación lingüística.
El vate Tovar –algún día embrujado por Circe- vivió duros azotes, latigazos existenciales que llevaron su vida hacia taciturnos encierros y prontas bacanales, desplegando sonetos pudo escapar las mas de las veces de filántropos y falsos ascetas que perturbaban sus estados de ánimo, huyó por igual de curas y políticos depravados y corruptos, falaces hombres a los cuales obsequiaba cuentos de hadas y duendes, mágicos castillos y relatos de almíbar, arcoíris atrapados en burbujas maravillosas mientras aquellos seres varios respondían con su natural estupidez descorchando sendas botellas de vino seco corriente y adulterado, con ideas o construcciones verbales pésimas, palabrejas y elixir que trataban de aniquilar las ideas deslumbrantes de este escritor de pelo largo, negro abrigo y rostro pálidamente delineado; Vampiro Céfiro. Verso libre escrito en italianopor un hombre incomprendido anarquista y panclasta que conjuntamente a seis composiciones forman la urna que amablemente puso entre mis manos el librero de Guanajuato.
Han pasado los años releo el texto. Me pregunto si acaso en un arranque de ira o suicidio parcial Tovar quiso olvidar esas hojas en la helada barra de un bar. En medio de varios pensamientos vuelvo a imaginar al poeta ¿Quedaron aquellos documentos en el viejo buró de mesón o en la hundida cama de una hostería, antes de llegar al señor Arévalo? ¿Acaso entre los blanquísimos, inútiles y perversos brazos de una condesa avejentada y caprichosa? Fantásticos soliloquios seguro encallaron en la misteriosa psique del bardo ¿Mostró su obra al señor Arévalo para iniciar una posible publicación? Sé que ahora como un loco Luis de Tovar busca sus apuntes para corregir la succionadora hipérbole que describió el vampiro.
Ya de hinojos o desplomado sobre una pila de libros llora inconsolable la inutilidad de la creación. Maldice a la humanidad y sofocado se empeña en recordar aunque sea una de las frases, muerde una y otra vez y hasta sangrar sus delgados labios mientras revisa uno a uno miles de poemas, relee por veinteava vez El Quijotetratando de encontrar los papiros entre las aspas de los molinos de viento en un lugar de la Mancha o sobre los filosos lomos de rocinante ¿Dónde están mis apuntes? –Vuelve a preguntarse- ¿Los lleva acaso al Cid Campeador y puede perderlos en sus innumerables gestas? Tovar busca en una cueva de Alí Babá, hurga dentro de la nariz de Cyrano de Bergerac, o en los bigotes de Dalí, en lo infinito miran en el Aleph, en las achatadas nalgas de Sancho Panza y en el cínico silencio de los gatos.
Alejandro G. Yánez