Escribe.-Fernando Roque
Nube penetrada por un par de colmillos luminosos,
la sangre del atardecer se esparce manchando el cielo.
A lo lejos alas de murciélago aletean de deseo,
una rosa blanca vuelta púrpura,
la energía de la doncella virgen ya es parte del vampiro
mientras le hace el amor a su cuello,
espasmos de dolor y gozo iluminan su rostro,
máximo placer al momento de morir
y transformarse en nosferatu
de negro cabello como ala de cuervo
y ojos impregnados de sangre y fuego,
tez nívea cual sudario
y manos afiladas,
igual sus fálicos colmillos nacarados.
El vampiro se retira a su reino después del ritual
mientras escarabajos negros
llaman a las criaturas de la oscuridad
y música de alas profana el velo de la noche.