Columna: El Ahuehuete
Joaquín Antonio Quiroz Carranza
Mucha es la controversia sobre el tema de la vacuna contra el Covid-19, los más, sin mayor reflexión, asisten a los centros de vacunación y, de forma acrítica, aceptan recibir el biológico para continuar con su vida de consumo material y vacío espiritual; los pro-vacunas la promueven como la gran panacea contra esa gran “calamidad” global llamada Covid-19 y sus variantes, sin reconocer siquiera que hay flagelos mucho más mortales como el hambre, la diarrea, el alcoholismo, el tabaquismo, los accidentes de tránsito o incluso los errores médicos y los efectos adversos de los fármacos. Por otra parte los antivacunas claman en contra del fármaco sin proponer los cambios estructurales y superestructurales necesarios para evitar la muerte de seres humanos.
Absolutamente todos los medicamentos de la industria farmacéutica alópata presentan efectos adversos, mismos que el lector puede consultar en el prospecto médico del fármaco elegido en cualquier buscador de internet. Respecto a la vacuna Covid-19, el National Health Service (NHS) británico reconoce eventos adversos “raros” como son: trastornos de coagulación y fenómenos tromboembólicos, el síndrome de Guillain-Barré, miocarditis y pericarditis. El concepto evento adverso raro, nos hace pensar que, particularmente a nosotros no nos ocurrirá, desgraciadamente sí esto llega a presentarse, poco o nada se pueda hacer posteriormente.
Algunos de nosotros conocemos personas cercanas o familiares que son receptores del “evento adverso raro” causado por la vacuna, así como también de quienes fallecieron siendo positivos a Covid-19. ¿De qué forma sopesar el riesgo de vacunarse o no vacunarse? Vale la pena exponer algunos datos:
¿Cuál es la probabilidad de contagiarse de alguna variante de Covid-19?, sí en el planeta habitamos 8500 millones de seres humanos y hasta el momento se han registrado 490 millones de contagiados, la respuesta es el 5.7%, y ¿cuál es la probabilidad de morir con Covid-19 considerando que el número de fallecidos hasta el momento a nivel mundial es de 6.1 millones?,
la respuesta es el 0.07%. Otro factor a considerar es el siguiente, el 80% de los fallecidos diagnosticados positivos a Covid-19 presentaban al menos una enfermedad crónico degenerativa como: obesidad, diabetes, hipertensión, enfermedad pulmonar obstructiva crónica o nefropatías. Se reconoce ampliamente que estas enfermedades son resultado de malos hábitos alimentarios, donde se incluye un elevado consumo de refrescos embotellados, bebidas alcohólicas, harinas industrializadas, enlatados, entre otros y un comportamiento equivocado que incluye el consumo de tabaco y drogas sintéticas, el sedentarismo, por sólo mencionar algunos.
En el supuesto que las poblaciones humanas decidieran dejar de consumir refrescos embotellados, comida rápida, bebidas alcohólicas, harinas industrializadas, enlatados, tabaco, drogas sintéticas y se evitara el sedentarismo, como consecuencia la curva de las comorbilidades se aplanaría, para posteriormente tender a la baja y con ello disminuir significativamente la posibilidad de fallecer siendo positivo a Covid-19.
Sin adscribirse al pensamiento provacuna o antivacuna, sino al de la reflexión crítica, cada uno de nosotros debería decidir libremente sobre lo que introducimos a nuestro organismo y aceptar las consecuencias de esta decisión. Un elevado consumo de azúcar o alta fructuosa dará como resultados diabetes, el de harinas industrializadas y grasas obesidad, colesterol y triglicéridos elevados, el de sal hipertensión. La presencia de comorbilidades incrementa la posibilidad de fallecer con Covid-19, aún con la vacuna. El riesgo de presentar un “evento adverso raro” como trastorno de coagulación y fenómenos tromboembólicos, síndrome de Guillain-Barré, miocarditis y pericarditis como consecuencia de la vacuna existe. Así pues, la decisión es individual y nadie puede ser obligado a vacunarse o a no vacunarse, ante cualquier pretensión de ser sojuzgado u obligado, el ser humano tiene ante todo el derecho a rebelarse o al menos a la resistencia civil pacífica, esto es el derecho divino del libre albedrío.