Joaquín Antonio Quiroz Carranza
Las leyes del mercado, de las ventas o como algunos prefieren llamarle del ”marketing” fueron sintetizadas por el brillante y odiado nazifascista Joseph Goebbels: repite una mentira miles de veces hasta que las masas la perciban como verdad. Los objetos, las personas, las ideas son, para el capitalismo, simples mercancías que mediante comerciales llenos de color, de sonido, de imágenes sensuales, repetidos infinitamente en los medios impresos, en la televisión, la radio, el internet, en playeras, gorras, envases y toda la gama de objetos posible son vendidas, compradas y consumidas. El principal propagandista de Hitler no contemplo un factor en su algoritmo de posicionar la idea de la raza aria, el hecho de que los pueblos están formados por seres humanos que piensan y analizan, el resultado fue que Alemania Nazi perdió la guerra, Hitler y Goebbels se suicidaron, no sin antes asesinar a sus propios hijos.
Los pueblos y ciudades han sido saturados de comerciales masivos, donde al parecer no cabe uno más, sin embargo hay seres humanos que creen en la comunicación interpersonal, íntima, no masiva, la expresión verbal o escrita, simple y sencillamente elaborada por los integrantes del México profundo. Los graduados en mercadotecnia dirán que esa idea pertenece al mundo de la metalocura, que mediante esos mecanismos los mensajes no llegan a un público amplio. La hipótesis está lanzada.
Gerardo Fernández Noroña propone a quienes lo consideran un buen político, una pequeña tarea, colocar en la ventana de su vivienda, de su comercio o puesto ambulante, de su auto o cualquier otra superficie propia, una cartulina con un mensaje simple: Noroña. Una cartulina que permita a los ciudadanos, a las familias, a los trabajadores, a los comerciantes, a los migrantes, a todos aquellos que lo consideran un buen ciudadano, salir del closet político, identificarse y definir su preferencia rumbo al 2024.
David contra Goliat, es la hipótesis. AMLO usó esta estrategia y llegó a todos los rincones del país y al más importante de todos, el corazón de los mexicanos, logró unificar fuerzas, aglutinar tendencias y llegar triunfante al 2018. La filosofía de la izquierda es muy clara y sencilla: no mentir, no robar, no traicionar, habrá que añadirle no denostar, no despreciar, no odiar, no separar. El principio fundamental es mantener la unidad de todas las fuerzas de izquierda, progresistas y humanistas para continuar y profundizar los logros de la Cuarta Transformación.
Sin dogmas, sin filias, y fobias, sin sectarismos, cada uno de mexicano de forma crítica y autocrítica debemos analizar el perfil de cada luchador social que desee dirigir, y construir con él la propuesta del México que queremos: libre, independiente, soberano, equitativo, diverso y respetuoso de la naturaleza.
La continuación y consolidación de la revolución pacífica denominada 4T, no es ni remotamente obra de un ser humano, sino de la participación activa de todos y cada uno de nosotros en el barrio, el comercio, la escuela, el campo, la calle, la fábrica o cualquier otro lugar.