Columna: Zoon Politikón
¿Qué significa ser papá en América Latina? Para muchos hombres en la región, la respuesta no siempre es sencilla. Ser padre en esta parte del mundo implica enfrentarse a una cultura que, durante generaciones, ha relegado la crianza de los hijos casi exclusivamente a las mujeres. Significa luchar contra un sistema que otorga licencias de paternidad mínimas, insuficientes, que dejan a los padres sin el tiempo necesario para acompañar a sus hijos en los primeros y cruciales días de vida.
En países como Argentina, los padres solo tienen derecho a dos días de licencia. En Brasil, son cinco. Perú otorga diez días, y en Colombia y Ecuador catorce y quince días, respectivamente. Aunque en algunos de estos lugares se están comenzando a ampliar estos periodos, la realidad es que la paternidad sigue siendo vista como algo accesorio, casi como un lujo, cuando en realidad es un derecho.
Esta situación no solo vulnera los derechos de los padres, sino también los de los hijos. El tiempo que un recién nacido pasa con su padre en los primeros días de vida es crucial para establecer vínculos afectivos que serán fundamentales en su desarrollo. Negarles a los padres la oportunidad de estar presentes no solo los priva de su derecho a ejercer la paternidad de manera plena, sino que también afecta a los niños, quienes necesitan tanto del amor y la atención de sus madres como de sus padres.
La corresponsabilidad en la crianza no es solo un concepto idealista, es una necesidad urgente. Las mujeres no deberían cargar con el peso de la crianza solas, y los hombres deben asumir su rol de manera activa, no como un favor, sino como una obligación y un derecho. La igualdad de género no solo se trata de salarios equitativos o de acceso a posiciones de liderazgo, también se trata de compartir la responsabilidad de criar a la próxima generación de una manera justa y equitativa.
Es por eso que la reciente aprobación de la ley de paternidad en Querétaro no es solo un logro de un diputado, de un grupo parlamentario o del congreso, sino un triunfo para todos los padres responsables que buscan estar presentes en la vida de sus hijos desde el primer momento. Esta ley, que extiende la licencia de paternidad a 20 días para los trabajadores del sector público, es un avance importante en una región donde las licencias de paternidad suelen ser irrisorias. Es un paso hacia una mayor equidad, no solo en el ámbito laboral, sino también en el hogar, donde los padres ahora tendrán la oportunidad de compartir la crianza con sus parejas.
La lucha por la ampliación de este derecho no fue fácil. La propuesta original, que buscaba otorgar 90 días de licencia, fue reducida durante el proceso legislativo. Sin embargo, este primer paso abre la puerta a futuros avances. La victoria no se mide solo en días, sino en el reconocimiento de que la paternidad es un derecho y una responsabilidad que debe ser apoyada por el Estado.
¿Por qué es tan importante una licencia de paternidad más amplia? Porque ofrece a los padres la oportunidad de involucrarse desde el inicio en el cuidado de sus hijos, rompiendo con los estereotipos que los relegan al papel de proveedores distantes. Además, una licencia más generosa permite a las madres descansar y recuperarse después del parto, sabiendo que cuentan con el apoyo activo de sus parejas.
En América Latina, donde la brecha de género sigue siendo un problema persistente, avanzar hacia una mayor corresponsabilidad en la crianza es clave para construir sociedades más equitativas. Los niños que crecen viendo a sus padres involucrados en su cuidado y desarrollo aprenderán que la crianza no es una tarea exclusiva de las mujeres, sino un esfuerzo compartido.
Este triunfo es de todos los padres que día a día luchan por estar presentes en la vida de sus hijos. Es de esos hombres que entienden que ser padre es mucho más que cumplir con un rol tradicional. Es de los padres que ven en la paternidad una oportunidad para formar vínculos afectivos sólidos y para enseñar a sus hijos el valor de la igualdad, el respeto y el amor compartido.
Hoy, en Querétaro, celebramos una pequeña pero significativa victoria. Una victoria que representa un paso más hacia la corresponsabilidad en la crianza y hacia un futuro en el que hombres y mujeres puedan compartir, en igualdad de condiciones, la hermosa y desafiante tarea de criar a sus hijos. Los 20 días de licencia que ahora tienen los padres en este estado no son suficientes para resolver todos los problemas de desigualdad de género, pero son un gran avance que nos permite soñar con un Querétaro más justo e igualitario.