ESCRIBE.- JOSÉ RODOLFO ARTURO VEGA HERNÁNDEZ*
¿Por qué Código y no Decálogo?, esto es por la dificultad de reducir las problemáticas y preocupaciones municipales, traducidas en valores y principios para regular los aspectos más importantes del Servidor Público y del Municipio, que de otra manera sería difícil encuadrar en lo que idealmente se determina en un Decálogo, en diez tópicos.
En otra perspectiva, que anida, es enfrentar el fenómeno de la Corrupción y la Impunidad que históricamente fueron heredados en la Colonia –en una versión–, como la Residencia y la Venta de Oficios, que en su momento no eran considerados como Actos de Corrupción, pero en la evolución del Estado, de sus instituciones y en la práctica del ejercicio del Poder, éstas y otras prácticas (sumada la coyuntura que vive México y sus Gobierno), la interpretación a dichos fenómenos institucionalizados, cambio afortunadamente, privilegiando el interés social y público y con ello el respeto irrestricto a los derechos de los gobernados-administrados. Son muchas las prácticas nocivas personales e institucionales que se tienen que erradicar de México, y consideramos que una posibilidad, al menos para sensibilizar a quienes nos gobiernan, los es a través de la vigencia de un conjunto de valores y principios como los que presentamos.
En los Municipios de México el fenómeno de la Corrupción e Impunidad, aunque en muchos casos se genera y estimula de arriba (Gobierno Federal-Estatal) hacia abajo (Municipio) –un particular punto de vista que puede o no ser compartido–, son prácticas nocivas que por lo general se realizan o ejecutan en el plano municipal, por la sencilla razón de que ahí habitan los gobernados y administrados. Entonces los Códigos de Ética de los Municipios pueden servir a la inversa, de abajo hacia arriba para generar inercias que rompan con todo fenómeno institucionalizado que atente contra la sociedad, justamente como lo es la Corrupción, la Impunidad, el Nepotismo, entre otros.
Hay diversos estudios en torno de la importancia de los Códigos y Decálogos, pero son pocas las propuestas que hablen de la importancia de integrar un Código Común aplicable a los Gobiernos en lo general y en lo particular “estándar” para los Gobiernos Municipales, que trascienda más allá de sus periodos de gestión y partidos políticos de origen. Mucho se ha teorizado en torno de los Valores, del Honor, de la Moral, la Ética, como múltiples son los ejemplos de Códigos y Decálogos existentes, ¿vigentes?, en lo internacional, nacional y local (Querétaro) referencias bibliografías que se pueden observar al final de este trabajo. También encontramos una diversidad amplia de Códigos y Decálogos orientados para ciertos perfiles profesionales, lo lamentable es que muchos de ellos y sobre en tratándose de Códigos orientados a personas e instituciones de naturaleza política –quizá no todos– es que son generados mediáticamente más por alcanzar un protagonismo de quién los genera o de quien los impulsa –normalmente el Gobernador o Presidente de la institución en turno–, soslayando una verdadera necesidad que trascienda para Profesionalizar y Dignificar al Servidor Público y al mismo Servicio Público y/o para enfrentar, erradicar o al menos restar los efectos negativos que generan la Corrupción y la Impunidad. Es triste ver que en la realidad de los hechos, los Códigos sólo quedan estampados para la fotografía del momento o en el mejor de los casos, para la memoria y la historia; la mayoría de ellos son diseñados para temas especiales, grupos o cuerpos profesionales por materia o institución (ver la cita 10). Otro aspecto importante que acompaña a la edición un Código o Decálogo es que quién o quiénes los impulsan y coronan como documentos oficiales, en la práctica, son quienes menos los aplican, lo que significa falta de congruencia entre el decir y el hacer, claro considerando los referentes éticos y morales y en algunas ocasiones pese a ser normativos por ser aprobados por Ley, Decreto o Reglamento.
Con los anteriores argumentos aún inacabados, me dan pauta para justificar la necesidad del diseño y presentación del Código de Ética de los Gobiernos Municipales, y con ello presentar una acción concreta para ser publicada y divulgada en redes, organizaciones y asociaciones que impulsan los valores, principios y enunciados de lo que debe considerarse como básico para la construcción de una Deontología y con ello fortalecer la Identidad y el Ejercicio de funciones de las autoridades, directivos y en general para los servidores públicos municipales de México. Es un documento guía o Apuntes para Dignificar el Servicio Público Municipal –así identificado en la FENAMM– para el fortalecimiento de los Gobiernos Municipales de México.
Finalmente, considero que los Códigos no solos deben ser creados, aceptados, adoptados; deben ser promovidos en las instituciones públicas y en la sociedad gobernada y administrada, y deben aplicarse bajo ciertos principios –como bien lo señala TERESITA RENDÓN HUERTA BARRERA –, con reglas y en algunos casos, enunciando las sanciones que correspondan, desde luego previendo el consenso jurídico-normativo y su vigencia a través de alguna de las opciones: enunciado Constitucional, Ley, Decreto o Reglamento.