Fernando Roque
El silencio fue mordaza
mientras la sangre nuevo rito
en que se congraciaron
las deidades de la guerra y de los muertos.
Una paloma roja
voló y cayó de nuevo herida.
El miedo se quitó máscara de jade:
represión fue el premio
por atreverse a tocar la puerta del Tlatoani.
Dios no estuvo,
no se dio cuenta . . .
El dolor en el viento
volcó su grito
y una bala se incrustó en la conciencia:
¿ quién repondrá los muertos ?
¿ quién justificará los vivos ?
Negra la noche se volvió roja
y la muerte fue mortaja,
la única respuesta que no esperaban.
¿ Quién los llevará a cuestas ?
¿ quién repondrá el hijo ?
¿ quién podrá decir que no se mató a la democracia ?
Balas para premiar a la esperanza.
Ya jamás podrán volar sobre Tlatelolco
palomas completamente blancas . . .