La política arancelaria de Donald Trump entra en una fase crítica mientras el gobierno estadounidense busca cerrar acuerdos comerciales con varios países el próximo mes, en medio de crecientes tensiones con China y señales de inquietud en el sector privado.
Actualmente, EE.UU. mantiene un arancel general del 10 % sobre importaciones de casi todos sus socios, además de tarifas específicas del 25 % al acero y al aluminio. A partir de julio, podrían aplicarse aranceles más altos como parte de una estrategia que la Casa Blanca califica de “recíproca”.
Uno de los focos principales sigue siendo China, a la que se impone un arancel del 145 %, mientras que Pekín mantiene gravámenes del 125 % y ha vetado la compra de aviones Boeing, profundizando el conflicto.
Aunque el gobierno justifica su política con casos como el de Ellwood Group, que reportó un alza del 30 % en ventas, el panorama empresarial refleja preocupación. Una encuesta de Chief Executive entre más de 300 CEO reveló un amplio rechazo a los aranceles, mientras compañías como Delta Airlines han retirado sus proyecciones anuales debido a la incertidumbre.
En paralelo, el presidente chino Xi Jinping ha reforzado lazos con países del Sudeste Asiático, clave en la cadena de suministro global, firmando acuerdos estratégicos con Vietnam, Malasia y Camboya, y ganando terreno en la disputa comercial.