Bitácora 689.-
Pedro Alfonso Ochoa Ledesma
La democracia funciona adecuadamente cuando: en el espacio público u oficial, los partidos políticos o ciudadan@s independientes, y en el caso del ámbito particular o privado, con sus órganos comisionados, en ambos casos, son los conductores mandatarios para canalizar la autoridad y potestad del pueblo y de las agrupaciones que representan que son las mandantes.
Las personas que temporalmente ostentan el poder y la representatividad, ya sea en lo público o privado, y que fueron elegidos en contiendas políticas o en asambleas democráticas, son a quienes les corresponde velar por las necesidades e intereses de la población o de las instituciones que encabezan.
Si quienes han recibido la confianza ciudadana y/o de instituciones privadas, no cumplen con su responsabilidad de trabajar y defender los intereses públicos y/o de las agrupaciones que representan, ya sea por falta de capacidad, experiencia u oficio, o por el uso y abuso indebido de sus atribuciones, se pierde el equilibrio, pasando el poder de esas personas, coludidas regularmente con grupos, a perjudicar o joder a la ciudadanía y agrupaciones según corresponda.
Tanto en lo público como en lo privado, para cuidar no se pierda el equilibrio del ejercicio del poder de quienes lo ejercen, se requiere de instituciones y acciones ciudadanizadas de contrapeso.
En el gobierno ya sea municipal, estatal o federal, es imperante la conveniencia de que se ejerza una verdadera contraloría social, es decir, se requiere que se ciudadanice la responsabilidad de la fiscalización, para cuidar del manejo adecuado, uso y aplicación de los recursos públicos, así como de exigir una debida y verdadera rendición de cuentas.
Lo anterior quiere decir que, la responsabilidad de corroborar de que así se lleve a cabo, debe ser ejercida a través de alguna persona surgid@ de un consenso ciudadano, con el debido perfil, capacidad y experiencia profesional, y no por la designación directa del presidente nacional, municipal o gobernador en turno.
En las agrupaciones, instituciones particulares o privadas, como empresas, sindicatos, cooperativas de consumo cajas populares, clubes sociales o deportivos, etc., para mantener el equilibrio y avance de objetivos institucionales, el cumplimiento transparente de su operación, debe darse a través de la vigilancia de los órganos autorizados por la máxima autoridad que son sus asambleas
Contrarrestar el gran flagelo de la corrupción, principal enemigo de la democracia y de la sociedad, la cual afecta tanto en lo público como en lo privado, debe ser una tarea reforzada con la participación ciudadana con esquemas adecuados para ello, favoreciendo en mucho, la información objetiva, fundamentada y precisa que se comparta en medios y redes sociales, desenmascarando a lobos vestidos de ovejas.