Cuento Corto
Por Edilzar Castillo
Amarró las cintas de sus zapatos alrededor de sus pantorrillas, se paró frente al espejo, admiró sus piernas desnudas hasta los muslos, la caída del vestido blanco con flores sobre sus caderas, con la palma de sus manos apretó con suavidad el estómago, curveó despacio la espalda buscando erguir los trozos de algodón apretujados en el corpiño.
En ese momento, la casa vacía, el reflejo de su imagen, se gustaba, se amaba, que gratos momentos de soledad, valía la pena esperar la casa así, veía sus ojos enmarcados por el rímel, quizá añoraba verse en brazos de un amante, movió las manos en abanico, quería resaltar sus anillos , sus pulseras, sin querer, también vio el reloj, cobró conciencia y dijo: Cinco minutos, cinco minutos para cambiarse, pronto llegarían sus hijos, cinco minutos para retirar el maquillaje, el brillo de los labios, para salir de ese sueño, debía enfrentarse a la pesadilla diaria, tenía que guardar el vestido preferido, los encajes, los senos, otra vez odiar el espejo, esconderse en el closet y recibir con el beso a su esposa.