Por. Diego Mercado
Hace un par de semanas hemos escuchado, debatido y contrastado los resultados peligrosos para la democracia en México, derivado de la propuesta de reforma que el Presidente Andrés Manuel López Obrador está impulsando, dónde busca desaparecer al INE y crear al INEC, una extensión de sus pensamientos y de sus intereses, y no de la voluntad popular de las y los mexicanos.
La intención evidente de la reforma, atiende a un capricho del presidente por acabar con el órgano autónomo que cuida y hace democracia, instituto que está para poner las reglas y vigilar su cumplimiento.
Es evidente que se está abordando la discusión desde el rencor, desde el odio y no desde el debate amplio, plural y conciliatorio, su pragmatismo es enorme y sus ganas de meter en una “bolsa de corruptos” a todos los integrantes del INE atenta no sólo contra la propia autonomía del Instituto, si no contra la democracia y el futuro de las elecciones en este país dónde en los últimos 25 años han alcanzado las victorias, 3 partidos políticos diferentes y se ha transitado dentro de lo que cabe, con paz y civilidad.
Estamos viendo un caso ejemplar de totalitarismo, es increíble que esta propuesta se orqueste desde palacio nacional, y no desde la cámara. Nos toca entender la magnitud de la situación que se avecina, pugnar que no regrese a un pasado autoritario donde el gobierno controlaba las elecciones, un pasado que afortunadamente dejamos atrás.
Debemos exigir que se abra el debate, que se escuche a todos los involucrados, que se abstengan las visceralidades y que podamos tener una reforma que sea el producto del mayor consenso entre las fuerzas políticas, no al contentillo del presidente y sus intereses por controlar, perpetuar y acabar con la democracia. Es de reconocer que el propio INE se ha mostrado en la mejor de las disposiciones por poner toda la información a la mano de los legisladores para que se debatan y se contemplen las modificaciones y actualizaciones pertinentes, para que se tomen en cuenta los diagnósticos certeros y se pueda, con el conocimiento de causa, avanzar en este debate. Pero la renuencia de los diputados de mayoría es la que preocupa, no están ocupados por legislar con la cabeza, su compromiso es con AMLO y no con México, con la democracia y con el futuro dinámico del país. Quieren regresar al pasado, y no debemos permitirlo. Salgamos a las calles si es necesario, asistamos el 13 de noviembre a defender nuestra democracia, Reforma sí, pasado no.
