Por: Jerónimo Gurrola Grave
En casi todos los eventos públicos de la Presidenta, Claudia Sheinbaum, escuchamos discursos sobre la “repartidera” de dinero a través de los programas llamados del “Bienestar”: adultos mayores, personas con discapacidad, becas universales, Jóvenes Construyendo el Futuro, etcétera, que sumados, hacen una inversión de 835 mil millones de pesos.
A primera vista, eso es una maravilla. Es dinero que llega a los bolsillos de varios millones de mexicanos, sin importar su nivel de ingresos, incluyendo a jóvenes que ni estudian ni trabajan.
En un país como el nuestro, con más de 100 millones de pobres; 50 millones en pobreza extrema y 50 millones en pobreza moderada, según datos del Doctor en Economía y miembro del Sistema Nacional de Investigadores desde 1993, experto en medición de este mal, Julio Boltvinik, y no como dice el gobierno con sus cifras maquilladas a través de INEGI, 6,200 pesos para los adultos mayores, o 1,900 pesos bimestrales para estudiantes de preparatoria, son una bendición.
Pero, ¿sabemos de dónde sale, quién paga, y cuáles son las consecuencias de repartir esta importante cantidad de dinero como hace el gobierno de la 4T? La respuesta es obvia.
En primer lugar, sale de los programas sociales que el actual régimen desapareció, como el Fondo para atender los desastres naturales (Fonden), el Seguro Popular, programa Prospera, comedores comunitarios, IMSS-Bienestar, Estancias Infantiles, y hasta el dinero de las personas que tenían ahorros en los bancos.
En segundo lugar, este dinero, y mucho más, es dinero de deuda pública. Dinero que el gobierno debe a varios acreedores nacionales e internacionales.
Para hacernos una idea, según información de la propia Secretaría de Hacienda del gobierno federal, al terminar el gobierno del multiacusado por Morena, Felipe Calderón, que recibió de su antecesor una deuda de 1.7 billones de pesos, la dejó en 5.3 billones de pesos.
Enrique Peña Nieto la hizo crecer a 10.4 billones, y Andrés Manuel López Obrador, que juró y perjuró no endeudar a México, la incrementó a 17.1 billones de pesos, mucho más que los neoliberales, Calderón y Peña Nieto.
Actualmente, en solo un año de gobierno de Claudia Sheinbaum, la deuda pública ascendió a 18.2 billones de pesos, y se estima que cierre el año 2025 con una deuda como nunca en la historia, de 18.6 billones de pesos, o lo que es lo mismo, 18.6 millones de millones de pesos, equivalente al 49% de la riqueza que producen todos los trabajadores de México durante un período de un año.
Respecto a quién paga, ya se imaginarán: el pueblo, como siempre, pues a medida que el país se endeuda, una parte importante del presupuesto se destina al pago de intereses, que obviamente pagamos los mexicanos, limitando los recursos para cubrir las áreas más importantes, como educación, seguridad pública, obras de infraestructura, y sobre todo de salud, que carece de recursos hasta para curitas o paracetamol.
Igual que sucede en las familias que piden prestado para gastar más de lo que ganan, el crecimiento de la deuda pública de México se debe a que Claudia Sheinbaum, igual que López Obrador, pide dinero prestado para repartir, para captar votos a través de los programas sociales del “Bienestar”, pero con una mano reparte y con la otra quita una cantidad mayor.
