Por: Andrea Peña
Las olas de calor son parte de los fenómenos extremos provocados por la crisis climática. En un mundo que se calienta cada vez más rápido, debido a la actividad humana desde la era industrial, los récords de temperaturas máximas se superan incesantemente conforme avanza el siglo XXI.
Estas anomalías térmicas, que pueden alargarse entre cuatro y diez días, son aún más intensas en las ciudades por el efecto isla de calor, un fenómeno causado por los materiales y las estructuras urbanas que atrapan el calor durante el día y lo expulsan durante la noche.
Entre los fenómenos climáticos extremos asociados al cambio climático de origen antropogénico, como los incendios forestales, la pérdida de cosechas, las sequías y las inundaciones fluviales, las olas de calor serán un evento cada vez más común en las próximas décadas: aun en el mejor escenario posible, uno en el que la humanidad consiga reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero y se acerque a los hoy lejanos objetivos fijados en el Acuerdo de París, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) considera que la batalla está perdida.
Las olas de calor continuarán, al menos hasta 2060, como protagonistas de una herencia climática que en los últimos meses ya ha dejado ver un aumento en las muertes por calor, el deshielo acelerado del Ártico y los incendios forestales incontrolables, con postales apocalípticas como las de Nueva York a inicios de junio.