Por Claudio Osornio
Una cosa quedó muy clara el pasado domingo 1 de Julio: los partidos grandes se terminaron por achicar. Fue el resultado acumulado de malos gobiernos, entregado pésimas cuentas y que el pueblo mexicano ya no quiso tolerar.
Ahora lo que se prevé es una inminente “purga” al interior de los “partidos hegemónicos”, de la cual, es aun temprano para adelantar quien podría resultar “beneficiado” si es que cabe dicho termino para ejemplificar la situación.
La realidad es que las urnas “gritaron muchas cosas”, el pasado domingo. Entre ellas un hartazgo ello castigo y encontrando destinatario en una tercera opción que hoy tiene muchas más responsabilidades y compromisos, de los que se hubieran imaginado sus militantes.
El PRI perdió la presidencia de la República, es tercera fuerza en ambas cámaras y para completar no ganó ninguna de las gubernatura, de las 9 que estaban en juego. El PAN no logró regresar a los Pinos y a pesar de ganar dos gubernaturas -Guanajuato y Puebla- perdió presencia en docenas de municipios importantes y primera minoría en ambas cámaras.
Los contrastes que arrojó la jornada electoral, tienen incluso rasgos que nos resultarían inverosímiles en otros tiempos, como por ejemplo el hecho de que el Partido del Trabajo, tendrá ahora más diputados que el PRI, en la cámara de diputados.
Quién en su sano juicio se hubiera pensado que el PT, que estuvo a punto de perder el registro y que para mantenerlo necesitó el aval del PRI para sobrevivir, sea en esta nueva realidad más poderoso que el Revolucionario Institucional. La vida es una tómbola y ahora hasta el PRI lo sabe.
Sin embargo no debemos perder de vista que el ganador de la contienda no resultó ser propiamente un partido político. Es decir el triunfo inobjetable de Andrés Manuel López Obrador, fue acompañado por un Movimiento y no por un partido propiamente.
La supuesta elección de estado, de la que por varios años argumentó y vivió electoralmente el propio AMLO, resultó pulverizada con el resultado que se obtuvo. La falta de credibilidad de los políticos tradicionales y sus partidos, fue evidente en esta ocasión.
Es natural pensar que en los próximos días y semanas, iniciará tanto en el PRI como el PAN, una estrategia de purga. Quizás y seguramente algunos la llamarán de otra manera, pero es el principio de una virtual “cacería de brujas”, al más puro estilo de la Santa Inquisición.
Antes de que se inicie este proceso en las “grandes ligas”, a nivel local, los perdedores, se han comenzado a agrupar en una entidad llamada “Juntos por la dignificación de la política”. El ejemplo surgió en Corregidora y en San Juan del Río, no será la excepción. Vamos a ver si al menos se toleran para darse la mano. Estaremos reportando