Joaquín Antonio Quiroz Carranza
Los pseudoambientalistas y quienes critican tendenciosamente los efectos que las obras del tren maya generan en el medio ambiente, han callado por decenios sobre los daños de la industria porcícola, para evidenciar lo señalado mostremos algunos datos:
En Yucatán, Quintana Roo y Campeche existen cerca de 450 granjas porcícolas, sólo las de Yucatán produjeron 2.2 millones de cerdos en 2019. Cada cerdo produce, aproximadamente, 3700 litros de heces y orina cada año. De esta forma, las granjas porcícolas de Yucatán generan 81.4 millones de litros anuales de heces y orina de cerdo, lo que provoca la contaminación del aire y el agua, con sulfuro de hidrógeno, amoniaco, antibióticos y otros residuos farmacéuticos, pesticidas y hormonas. Sólo las granjas de Yucatán generan la cantidad de emisiones de CO2 equivalente a las emitidas por 1.3 millones de vehículos automotores. A nivel nacional en 2020 se produjeron 18.7 millones de cerdos, lo que generó una cantidad de CO2 equivalente a lo emitido por 11 millones de vehículos automotores. La porcicultura destruye el ambiente y daña la salud humana, pues el consumo de carne de cerdo y sus derivados provoca obesidad, diabetes, hipertensión, eleva el colesterol y los triglicéridos.
La producción y consumo de carne de cerdo y sus derivados es un proceso insostenible ambientalmente, por ello la única y radical forma para evitar la contaminación de acuíferos, cenotes, contaminación del aire y el daño a la salud humana es dejar de consumir estos productos. El poder está en el consumidor, no en las autoridades ni en las organizaciones ambientalistas, todas ellas se quedan en el nivel del trámite, de la exigencia burocrática, la decisión, parafraseando al soliloquio de Hamlet es: consumir o no consumir.
En 2012 en Querétaro se tenían registradas 72 granjas porcícolas y para 2020 se produjeron 354 mil cerdos, lo que generó 13.9 millones de litros heces y orina residuales que no fueron sometidas a ningún tratamiento, esto genera cada año emisiones de CO2 equivalentes a las emitidas por 210 mil vehículos automotores.
Si de verdad existe conciencia ambiental, la decisión es fácil: dejar de consumir lo que haga daño al ambiente y la salud humana. Lo demás es demagogia y justificación. Pues fuentes de proteína vegetal para la alimentación humana existen muchas en la naturaleza. El argumento de que la industria porcícola genera fuentes de empleo pues cierto genera 350 mil empleos, y un valor de la producción de 30 mil millones de pesos anuales, los 350 mil trabajadores no reciben ni el 10% de este valor, pues su plusvalía, es decir el 90% del valor de su fuerza de trabajo se la quedan los patrones. Así pues todo es elección, por una parte está el empleo, la carne y la destrucción del ambiente, por otro la búsqueda de alternativas sostenibles, el cambio de paradigmas en el consumo y la alimentación. El camino actual lleva al suicidio civilizatorio.