Bitácora 690.-
Escribe: Alma Moronatti
Si observan el cielo en una noche despejada (y sin contaminación lumínica; es decir, fuera de las grandes ciudades), podrán ver cómo una infinidad de puntitos blancos llenan el firmamento. Y si se fijan aún más se darán cuenta cómo unos parecen parpadear y otros no. ¿A qué es debido esto? Bien, en primer lugar hemos de decir que las estrellas son las únicas que titilan, mientras que los planetas permanecen como puntos fijos en la bóveda celeste. La razón por la que vemos parpadear a las primeras es debido a la distorsión que nuestra atmósfera produce sobre los rayos luminosos que nos llegan de ellas. A medida que la luz de una estrella (que es en realidad radiación) va atravesando cada una de las capas de la atmósfera terrestre, se va refractando y cambiando de dirección, puesto que cada una de estas capas tiene turbulencias, temperatura y una densidad diferente, motivo por el cual parece que titila.
Realmente, nuestros ojos perciben un haz que cambia continua y rápidamente de posición en el cielo y por eso nos da la sensación de brillo continuo. Esto es un quebradero de cabeza para los astrónomos porque este efecto distorsionador de la atmósfera (llamado seeing) afecta a las observaciones de objetos astronómicos, por eso el telescopio espacial Hubble se situó en el espacio.
No me olvido de los planetas (del Sistema Solar). Estos aparecen como puntos más grandes y no centellean porque al estar más cercanos a nosotros que las estrellas, presentan una superficie y un haz mucho mayor que no se ve afectado por estas perturbaciones. El dato curioso es que, si pudiéramos ver las estrellas desde el espacio, su luz permanece inmóvil puesto que no tendríamos la influencia de la atmósfera.