Por: Margarita Sánchez.
La reflexión es la capacidad crítica y un rasgo distintivo de los seres humanos desde donde analizamos y tomamos decisiones. La razón y la mente, son elementos que siempre se han asociado a la capacidad reflexiva.
Desde un marco psicológico, se requiere hacer hincapié en la importancia de conocernos a nosotros mismos con la finalidad de hacer un ejercicio más auténtico y honesto en nuestras relaciones personales, con los amigos, en el ámbito familiar, con la pareja sentimental y en lo laboral. Conocernos, repercute en cómo ejercitamos nuestra conciencia en aquello en lo que estamos implicados.
Reflexionar, nos ayuda a conocer, nos identifica como seres inquietos, capaces de aprender. La reflexión nos ayuda también a poner claridad en aquellos aspectos de nuestra vida que pueden parecer confusos, y pueden ayudar a clarificar contradicciones de conflictos internos que nos angustian y nos provocan ansiedad o temor.
Algunas claves que pueden ayudar a reflexionar y a ejercitar la meditación en un clima reflexivo, son procurar dedicar al menos 10 minutos al día a pensar en nosotros mismos y clarificar algunas de nuestras necesidades, dar valor y reconocer nuestros sentimientos y al tiempo que nos hemos comprometido a estar con nosotros mismos, intentar acomodarnos en un lugar donde podamos estar tranquilos con un ambiente confortable y a solas; debemos sentir el aquí y el ahora dejando a un lado las preocupaciones pasadas o futuras que puedan perturbar ese momento de cuidado que estamos disfrutando.
La reflexión y el autoconocimiento, son muy útiles en el proceso de crecimiento, por ende, desde la perspectiva terapéutica integradora con la que los profesionales trabajan, consideran que estos son básicos para cimentar un proceso terapéutico profundo.