Bitácora 675.-
Escribe:-#Eduardo Gálvez Ruz
Al hacer una pequeña valoración de las consecuencias que nos está dejando el Covid-19 y sus resultados a nivel educativo, es un tema de gran preocupación. Hoy se culpa a la pandemia, pero la realidad es que la pobreza educativa es histórica.
Resulta que el nivel educativo en México es bastante deficiente, y que no nos consuele saber que otros países están peor, de por sí las comparaciones son odiosas, pero en algunos casos es peor porque resultamos trasquilados. Recordemos que no hace mucho tiempo “alguien” hizo el ofrecimiento que en México tendríamos un sistema de salud del mismo nivel que Dinamarca. Y el panorama en este renglón es bastante oscuro.
Nuestra Constitución es muy generosa en cuanto se refiere a la educación gratuita en todos sus niveles.
Pero en el caso de la educación profesional, se encuentra que en muchos casos sólo por darle gusto al núcleo familiar o por decisión de los padres, los jóvenes se inscriben en los centros de educación superior sean universidades o institutos tecnológicos, aprovechando que son gratuitos.
Esta situación propicia la generación de alumnos que no tienen ningún interés de estudiar carreras profesionales. Estos jóvenes alargan sus tiempos de estudio y no son pocos los casos en los que nunca terminan una carrera, generando un desperdicio en la inversión educativa y ocupando un espacio que no es aprovechado. Además de provocar frustración en la persona.
Desde luego, no hay que olvidar que existen “estudiantes que finalizan” su estudio profesional en 10 o 15 años o nunca terminan, pero siguen asistiendo a la universidad
Es necesario planificar la educación superior, iniciando con tener un padrón del ejercicio profesional, esto para evitar que siga creciendo la saturación del mercado profesional. Como parte de esta idea, hay que iniciar desde la secundaria un sistema para orientar a los alumnos sobre su futuro personal. Ofertar las diferentes carreras técnicas que demandan los nuevos desarrollos industriales.
México necesita técnicos debidamente actualizados, no sólo graduados profesionales que acaban por subemplearse por estar saturado el mercado del ejercicio profesional.
Hay millares de jóvenes que creen que por tener un título profesional ya tienen resuelto su futuro. Esto es una mentira. Un grado académico no es la opción para asegurar su futuro. Sin duda a nuestra juventud le falta orientación, información que se debe dar desde la secundaria.
Como ya lo anotamos, es urgente que las autoridades educativas federales y estatales, planifiquen y orienten a nuestra juventud para que tengan referentes para estudiar carreras técnicas profesionales y que se puedan incorporar a la fuerza de trabajo que les permita desarrollarse y asegurar su futuro.
La generación de más escuelas tipo Conalep y que los CETIS, sean formadores de profesionales técnicos, son la metas que es urgente desarrollar, y para llevar a cabo este proyecto, no se deben escatimar presupuestos.
(Desgraciadamente la educación no siempre se refleja en votos, por eso en ciertos casos los gobiernos no invierten en el desarrollo intelectual humano. Además la persona pensante, se vuelve un riesgo político.)
Es urgente evitar el desperdicio económico aplicado en la educación superior. Y aún más importante, evitar la frustración profesional de las nuevas generaciones. Hay profesionistas que laboran en actividades ajenas a los estudios que realizaron, ya sea porque su ingreso económico es mayor o simplemente porque la carrera que estudiaron no fue de su agrado.
En nivel de secundaria, encontramos médicos dando clases de biología, ingenieros en sistemas dando clases de computación o ingenieros y arquitectos son maestros en matemáticas, encontramos licenciados que realizan trabajos diferentes a su profesión.
La educación superior debe mantener su gratuidad, no se debe perder el espíritu constitucional de la educación. Lo que se trata es planificar la educación superior, basados en datos estadísticos para evitar la saturación del mercado.
Las nuevas empresas requieren de mano de obra preparada y calificada, no siempre personal con títulos universitarios.