Etiquetado frontal, nuestro dinero y salud.
En octubre de 2020 empezó a ser obligatorio el nuevo etiquetado en alimentos y bebidas no alcohólicas, que cambió la forma en que se presenta un empaque con respecto a los niveles calóricos, azúcares añadidas, sodio y grasas de su contenido. De acuerdo con un grupo de expertos, el etiquetado anterior era difícil de comprender y debía optarse por uno más sencillo facilitando las decisiones del consumidor, mismo que hoy se le conoce como la NOM-051.
Con base en esos estudios, el Congreso aprobó reformas a la Ley General de Salud que establecieron un nuevo etiquetado frontal que permitiera atacar en general uno de los grandes enemigos de la salud de los mexicanos y que es considerada como una epidemia, la obesidad.
La primera determinación, además de la información, es dónde deberá estar exhibida, siendo la decisión que en la parte frontal, así como también deberá haber una etiqueta de advertencia, cuando los productos exceden los límites máximos de contenido energético, azúcares añadidos, grasas saturadas, grasas trans y sodio añadido, siendo algo similar a lo que se exige para los cigarros hoy en día.
Es importante que los consumidores tengamos la mayor información sobre lo que comemos o bebemos y qué impacto pudiera tener en nuestra salud, aunque por supuesto la moderación y la actividad física siempre serán una gran receta para estar sanos.
Otros datos sobre la etiqueta frontal y la política anti-obesidad:
- Cuestión de disponibilidad. Si bien para algunos consumidores mexicanos es posible elegir entre tomar agua y bebidas endulzadas con alto contenido calórico y azúcares, no en todos los lugares del país se tiene la misma posibilidad, haciendo que los etiquetados en bebidas sea una buena intención, pero difícilmente desincentivan el consumo de estas bebidas ante los altos costos del agua embotellada y la disponibilidad en general de agua potable.
- Reformulación de productos. Se espera que con el nuevo etiquetado y advertencias más claras al frente de los productos, las empresas empiecen a cambiar los contenidos y al reformularlos estos tengan menor impacto negativo en la salud de los mexicanos que los consumimos.
- Impuesto a productos chatarra. Hace unos años se creó un nuevo impuesto a los productos chatarra, supuestamente para inhibir su consumo, toda vez que se encarecieron y se suponía que los consumidores los comprarían menos. Lo anterior no sucedió, lo que sí pasó es que se está recaudando mucho dinero producto de esos impuestos. Se había prometido en el sexenio pasado que, con lo recaudado, se implementarían diversas políticas complementarias, entre ellas la instalación de bebederos en todas las escuelas y lugares públicos, pero no los vemos por ningún lado.
- Elegir libremente, pero informado. Aunque existió una disputa legal y mediática entre empresarios y autoridad, hoy lo importante es que el etiquetado existe y es labor de la autoridad pero también responsabilidad nuestra como consumidores entender el nuevo etiquetado, que significa que tenga exceso de calorías, azúcares, grasas saturadas, grasas trans y/o sodio, así como de la afectación que pudiera generar en nuestra salud. Al final se trata de que podamos elegir libremente consumir lo bueno o incluso lo malo, pero informados.
- Otras medidas. Por supuesto que el etiquetado es sólo parte de las acciones de gobierno para disminuir la obesidad en México y con ella evitar enfermedades que nos hacen menos productivos y que además tienen un costo fijo para quienes padecen diabetes desarrollada por una mala alimentación. Los buenos hábitos, consultar a un nutriólogo y hacer ejercicio son complementos fundamentales para evitar enfermedades y gastos por el resto de nuestras vidas.
Notario Público, Maestro en Políticas Públicas y MBA.
@AMaximilianoGP