¿Qué hemos aprendido de las grandes estafas?
Hace unos días me preguntaron en una plática sobre las criptomonedas. Siendo un tema aún complejo en muchos sentidos, me limité a decir que era difícil determinar los factores que podrían llevar al meteórico incremento de su valor o a sus estrepitosas caídas. Pero lo que sí es un hecho es que aún debemos tener mucho cuidado, en general, con aquellos que nos invitan a invertir para volvernos ricos de un día para otro. Los norteamericanos llaman a los fraudes colectivos “esquema Ponzi” que implica una inversión falsa en la que se paga a los primeros inversionistas con el dinero de los posteriores inversionistas, lo que hace que parezca un negocio serio, al principio.
En 1920, Charles Ponzi afirmó que podía comprar timbres postales en el extranjero con un descuento y luego venderlos a su valor nominal en los Estados Unidos, prometiendo a los inversionistas una ganancia del 50% en 45 días y del 100% en 90 días. Ponzi parecía un hombre de palabra, ya que los primeros inversionistas fueron recompensados generosamente y la voz se corrió, al grado de que las personas le pedían a gritos que tomara su dinero. Sin embargo, las matemáticas simplemente no funcionaron. Ponzi sólo pudo pagar a sus inversionistas con dinero de nuevos inversionistas, nunca con ganancias. Una investigación del periódico Boston Post finalmente lo llevó a una investigación criminal que resultó en cargos de fraude postal.
Hace apenas unos 8 años, la búlgara Ruja Ignatova, presentó una supuesta criptomoneda, One Coin, que superaría al Bitcoin y se daba el lujo de burlarse además de otras criptomonedas diciendo que era de mentiritas. Ignatova incluso ofreció a los compradores una comisión si vendían la moneda a más personas, haciendo una pirámide que le permitió robar a los inversionistas más de 4 mil millones de dólares, incluidos entre ellos a varios miembros de su propia familia.
Los fraudes masivos, comparten características comunes.
– Sus víctimas son sus mejores promotores. La gran popularidad de sus inversionistas hacen parecer real el negocio y su rentabilidad. Otro famoso estafador, Bernie Madoff, tenía entre su portafolios de inversionistas a familias de gran alcurnia en Estados Unidos, deportistas y artistas de renombre internacional. En algunos casos los inversionistas casi rogaron a estos estafadores que tomaran su dinero. Según la revista Time, estos criminales explotan un miedo desenfrenado de otros de perder una “oportunidad de oro”.
– Si otros se están haciendo ricos, yo tengo que entrar. Un tema común entre las víctimas del esquema Ponzi es la “exuberancia irracional”, mediante el cual las personas observan a otros obteniendo grandes ganancias y determinan que esto significa que las inversiones son seguras, incluso aún cuando no hay razones de fondo que soporten esas conclusiones.
– Invierte en lo que entiendes y puedes vigilar. Cualesquiera que sean sus diferencias, las víctimas de todos los esquemas Ponzi cometen el mismo error: poner dinero en una inversión que no se comprende completamente. En una entrevista en la prisión, Madoff, quien estafó inversionistas por más de 50 mil millones de dólares, culpó a sus víctimas, con cierto cinismo, indicando que si hubieran investigado su metodología de inversión, habrían visto que era imposible ganar dinero.
– Si suena muy bien entonces duda. Cuando las inversiones suenan demasiado bien, analiza, pregunta, duda y vuelve a analizar. Si las ganancias son desproporcionadas y no es un negocio formal, valora no invertir. Debemos aprender de estas historias, aunque constantemente a muchos les sigue ganando la ambición.
Notario, Maestro en Políticas Públicas y MBA
@AMaximilianoGP