Escribe:- Edilzar Castillo –qpd-
Voy a darme una zambullida en la creación de Amado Blanco Pedrero, vertida en dos ópticas profundas en tiempo y conocimiento, la cosmovisión de su tierra natal, la chiapaneca “Tapilula”, ese pueblo que se ubica allí donde la geometría delinea el vértice del territorio del maravilloso estado de Chiapas, quien convive así, abrazado a Tabasco.
Abonaré también un elogio más al collage de bellas postales que nos retrata Amado, las cuales enaltecen la importancia de esa tierra prodigiosa, de caprichosa topografía, la antigua Yocotocmo (Donde vuela el gavilán.- lengua Zoque), trastocado después en lengua Nahoa en “Tlapiloa”.- Lugar de ahorcados.- para por fin tornarse ahora en su entrañable Tapilula.
Como se constata en uno de sus libros, “San Cristobalenses en Tapilula” se puede deducir fácilmente por qué ahora dicha población es cosmopolita, porque sus puertas fueron abiertas a toda esa gente que la visitó, quienes se quedaron maravillados a disfrutar sus valores bajo su cielo azul y el rumor de sus horizontes que acarician la nostalgia. En esta narrativa, fácilmente se asimila el gran contingente humano quienes migraron de la legendaria San Cristóbal de las Casas, con la expectativa de ofertar productos, servicios y mercancías, quienes buscaban así, solventar necesidades, Destacando por ejemplo a doña Juana Urbina y su gente quienes después de peligrosas peripecias en su trayecto, arriban a este espacio, los cuales, maravillados del lugar, deciden asentarse en dicho territorio, para siempre, de la misma manera, se desgrana una serie de personajes que también llegaron del mismo origen, a ofrecer y compartir sus habilidades, para después quedarse a residir en esta tierra mágica.
Asimismo me apropié de la documentada opinión de Amado, relativa al sacrificio del ultimo Tlatoani azteca, Cuauhtémoc, quien en su libro “Tapilula, Un llamado a la historia de México” donde con sobrados argumentos y una acuciosa investigación se realiza una ponencia bien sustentada, como el mismo dice, “por la salud de nuestra historia”. Después de su análisis, he quedado dubitativo y con la idea de inquirir a mis profesores de historia, de allá de la lejana educación secundaria, quienes sin tener las bases tan convincentes de Amado, fácilmente nos narraron algo que ahora veo, que se derrumba por el desfiladero de mi raciocinio.
En ambos libros se descubre que en Tapilula se gestaron historia mágicas que Amado recoge al mover cada una de sus piedras.
Esta pequeña y modesta opinión obedece a la admiración y el respeto que Amado me provoca, por la disciplina que muestra en su magistral narrativa y la vehemencia con que habla de su lugar de origen, por lo que recomiendo plenamente se acerquen a la lectura de su obra.
Atentamente
Edilzar Castillo Q.E.P.D.