Por El Hombre de Negro
Cuando el grunge estalló en Seattle a principios de los noventa, Pearl Jam no solo fue parte del fenómeno: lo definió. Con su álbum debut Ten (1991), la banda liderada por Eddie Vedder marcó un antes y un después en la historia del rock alternativo. Sus letras introspectivas, su sonido crudo y su actitud frontal los convirtieron en un símbolo generacional.
A diferencia de otras bandas de la escena, Pearl Jam eligió un camino distinto: rechazaron los reflectores de MTV, enfrentaron abiertamente a Ticketmaster por los altos precios de los boletos, y se negaron a ser moldeados por la industria. Esa postura ética, casi militante, consolidó su reputación como una banda íntegra, comprometida y cercana a su audiencia.
Temas como Alive, Black, Jeremy o Even Flow no solo son clásicos del grunge, sino himnos de una generación que buscaba identidad en medio del desencanto. Pero Pearl Jam no se quedó en los noventa: evolucionó, experimentó y maduró, sin perder la fuerza de su mensaje ni la intensidad de su música.
A lo largo de más de tres décadas, han lanzado álbumes consistentes como Yield, Binaural, Backspacer y Gigaton (2020), adaptándose a los tiempos sin rendirse a las modas. Sus conciertos —largos, intensos y con repertorios cambiantes— son prueba de una conexión viva con el público, que sigue llenando estadios alrededor del mundo.
Pearl Jam es, en muchos sentidos, la conciencia del rock. Una banda que ha sobrevivido a la fama, las pérdidas y los cambios sin traicionarse. No solo representan el espíritu del grunge: representan la resistencia artística en tiempos de superficialidad.
En la voz de Eddie Vedder y en cada acorde de su historia, Pearl Jam sigue recordándonos que el rock no es una pose, sino una postura.