PIEDRAS. j. f.
“Cuando hables con alguien, mírale a los ojos”. SEC
Quise construir estancias más perfectas
que una semilla,
quise construir la memoria
en espinas de agua
y estoy con los labios del polvo
harto de andar
en oquedades de ceniza.
De mi sombra caen
racimos de cuerpos
vencidos por la densidad del otoño
cuerpos habitados de cantos prohibidos.
Una piedra golpeada
por las aguas del rio
se abre al silencio.
Con dureza en las alas
huyen las avispas,
surge la blancura de la noche
y mis manos se hunden en tu cuerpo,
niebla en que tu cuerpo, se convierte,
si nos miran nuestras sombras.
Sordos látigos en la esquina del tiempo.
Una culebra con escamas de miel y cristales
se anilla en esa piedra
transforma la quietud
su transparente danza.
En tu pelo mi sombra es más oscura,
es entonces tu cuerpo sima
en el que boto todas mis muertes
sujetas misteriosas.
La piedra
hueso del sueño
flota sobre las aguas
la piedra, promesa de luz
se transforma en sol
cuando la luz desciende.
Mi cuerpo pierde sombra
no le quema el sol
sino la muerte.
Él, sin sombra habita
un trozo de la noche
por tus aguas rojas aromado.
En las últimas habitaciones
de la sangre
mi cuerpo cumple su mejor deseo
desaparece bajo la música de tu muerte.
Al natural estimulo del agua
no se desprende tu sombra.
En guitarras, la noche es sólo un gesto
y en sus densos dominios
el agua ilesa de tu cabellera
construye su armonía.
Ajena a mi cuerpo
silenciosa entre frutos
que el amanecer deja en suspenso
mi sombra, dura piedra,
se hunde en las aguas
con otras piedras
que también se hundieron.
Edilzar Castillo E.P.D.