En una caverna oscura
tapiada con rocas blancas,
están encarcelados mis versos,
mi poesía esta encerrada.
Colosales monolitos, de marfil,
cierran la entrada,
y cual celosos cancerberos
mantienen presa mi palabra.
La geoda imponente,
Como un mítico gigante,
devora palabras largas;
las mastica, las tritura,
las despedaza y las acaba;
las digiere, las desmenuza,
en frases incomprensibles,
incoherentes y vanas.
Las palabras cual mineros
taladran la roca extraña,
socavan con mucho afán
pero es inútil su hazaña.
Ensalivadas se ahogan,
Se desesperan,
se amargan,
se disuelven con las enzimas
de la inclemente guardiana.
Lo han intentado con Todo
pero la piedra dura, aferrada,
no cede ni un ápice, ni una pulgada.
Buscan salidas alternas
y ya muy desesperadas,
por el oído me supuran,
por los ojos se derraman,
por la nariz se me escapan.
Josué Fernando
Morales Gómez
León, Guanajuato. México.
© Derechos reservados
del texto. 2015
De mi libro:
“Verde: Cincuenta Poesías Furtivas”