Escribe:- Bian Montero
Sin embargo, y a pesar nuestro nos rodea todavía la curiosidad por el contacto con lo oculto, los futurólogos son los guías en estas épocas pobladas por lenguajes compactos, Facebook es ahora el oráculo de Delfos, los memes son ahora los pregoneros y Tik Tok es el gran juglar, la manera en que los antiguos invocaban a sus ídolos estercolizos, con largos salmodiares, cojeras alrededor de fogatas y cortes en el cuerpo. Hemos cambiado todo eso por letargos de horas frente a pantallas luminosas con figuras planas de movimientos erráticos, sonidos y vibraciones que interpretamos como señales que antes eran eclipses y conjunciones celestiales. Miles de señales viajan por cables, flotan en el viento nos vuelven un solo ser carente de alma, pero en esta casi inexistente espiritualidad un algo nos empuja a buscar mas allá de la carne, pues incompleto es el hombre si le falta alguno de sus artilugios mágicos. Lejos quedaron los días donde los bosques rebosaban de aromas mesclados, vino, danzas, siluetas desnudas, sonidos de instrumentos hipnóticos, todo cambio pero su esencia primitiva continua ahora con las notas de un modem con el chasqueo de las teclas, del ruido de un disco duro, entregando nuestra devoción a un ensamble de plástico y microprocesadores. Nos convertimos entonces en remedos de dioses, nos autoproclamamos milagrosos, mostramos al mundo nuestro poder, no en sueños, visiones o viajes incorpóreos, si no en simples caracteres, fotografías y dispositivos electrónicos.