Por Claudio Osornio
Propiciado por un “irregular” calendario electoral, diseñado directamente por el Instituto Nacional Electoral (INE) y el cual se replica a lo ancho y largo de la República Mexicana, se ha terminado por acuñar un nuevo término, dentro de la jerga política de nuestro país.
La “simulación” de partidos y candidatos en supuestos “tiempos muertos” de precampañas e inter-campañas, para ganar adeptos, realizar compromisos, generar acuerdos y sobre todo realizar mucho proselitismo, aderezado con una buena dosis de populismo: todo eso, estimados lectores, es conocido hoy como la “Operación Topo”.
Ninguna fuerza política se salva a esta nueva realidad e incluso los candidatos independientes jugaron con estas “nuevas reglas” y algunos salieron al final -como todos sabemos- muy “chamuscados”, incluso los que aparecerán en las boletas.
Y es que en términos prácticos, podemos afirmar que un calendario electoral que está ponderado desde el mes de septiembre del 2017 y delimitado hasta el mes de agosto del 2018, no es más que un escenario propicio a la simulación, por donde se le pueda ver.
A la simulación, para que aquellos pre-candidatos “incomodos” al interior de cada partido político, fueran copados y desechados, en el momento justo. A la simulación, de aquellos candidatos que luego de ser elegidos formalmente, no se vieran en la penosa situación de ser impugnados, por no cumplir con protocolos y controles internos.
A la simulación, de permitir alianzas y coaliciones conformadas al calor de un impulso pragmático y de beneficio cuantitativo, a costas de generar una evidente confusión y pulverización de los principios doctrinarios de los partidos políticos y sus militancias.
A la simulación, de los propios Tribunales Electorales que reaccionan, califican y sancionan de manera distinta, un mismo hecho. A la simulación del propio órgano electoral que determina lineamientos, que finalmente no se practican, porque son modificados a petición de los propios interesados.
Por todo ello, es claro que desde el pasado mes de septiembre y en los próximos días y semanas, antes de que arribe la jornada electoral del 1 de julio, la llamada “Operación Topo”, seguirá practicándose, tanto en el proceso federal como en los Estados.
Es allí, en los vericuetos de éste laberinto, en donde se definirá, como se dice ahora a las y los ganadores y a las y los perdedores. El sufragio ciudadano no es más que una circunstancia calculada que puede ser manipulada de principio a fin de manera efectiva.
Si la máxima revolucionaria -desde 1933- se resumió en la inspiración Maderista del “Sufragio Efectivo No Reelección”, tenemos que comenzar a acuñar una nueva cita que deberá decir: “Sufragio Efectivo No Simulación”.