Por: Jerónimo Gurrola Grave
Nadie puede negar la inseguridad que se vive en el país. Los asesinatos, el narcotráfico, la extorsión, el robo con violencia, las desapariciones, etcétera, tienen un México aterrorizado y han provocado un hartazgo entre la población. El asesinato del carismático y valiente presidente municipal de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo, solo ha sido la gota que derramó el vaso.
Desde que Andrés Manuel López Obrador fue candidato a la presidencia de la República, se veía venir lo que hoy padecemos. “Yo voy a conseguir la paz, ese es mi compromiso”, decía en sus mítines. “Propondré al Congreso una ley de amnistía para gente involucrada en el narco; en casos específicos hasta un indulto, y presentar una propuesta para la despenalización de la siembra y trasiego de marihuana”, insistía, y como era obvio, quienes se dedicaban a esas actividades, le tomaban la palabra.
Tenemos a un México postrado ante el crimen y la delincuencia y con graves problemas de salud pública, de falta de educación de calidad e inversión en infraestructura social, con un crecimiento económico de 0.5% en 2025, y en el mejor de los casos entre 1.1% y 1.4% en 2026, según la OCDE y el Banco Mundial. Todo ello con un gobierno que no gobierna, sin rumbo y acosado por intereses internos dentro de Morena.
Y si esto sucede al interior de quienes tienen el poder, es natural que distintos sectores de la población, maltratada y abandonada, reclamen justicia con protestas como la del 15 de noviembre, encabezada por la llamada “Generación Z México”, donde participaron contingentes de más de 80 ciudades del país, incluidos jóvenes acompañados por partidos de oposición que buscan beneficios políticos.
Este grupo, aparentemente espontáneo y apartidista, adoptó como símbolo la bandera de Los Sombreros de Paja de One Piece, serie disponible en Netflix. Un ícono que, en Asia, representa luchas contra la desigualdad y que en México fue retomado para protestar contra la corrupción y el rumbo del país.
En las marchas realizadas en Ciudad de México, Querétaro, Jalisco, Michoacán, Puebla, Veracruz, entre otros estados, participaron jóvenes, padres y abuelos preocupados por el futuro y la seguridad de sus familias.
Sus demandas fueron directas: acciones contra la violencia, la inseguridad, la corrupción, incluso consignas como “fuera Morena”, “fuera Claudia”, y respecto al asesinato del alcalde Carlos Manzo: “Manzo no murió, el gobierno lo mató”.
La presidenta Claudia Sheinbaum intentó desacreditar la movilización señalando que los promotores y financistas no eran jóvenes, sino empresarios y políticos de la derecha como Claudio X. González, Salinas Pliego, Vicente Fox, Arturo Villegas, entre otros. Y aunque en parte tiene razón, también es cierto que Morena, desde el gobierno de López Obrador y ahora el suyo, ha convertido al país en un cochinero en muchos aspectos, incluida la corrupción.
Pero los mexicanos debemos entender algo: la solución no está ni en la falsa izquierda, ni en la derecha explotadora del pueblo trabajador. Tampoco en movimientos espontáneos que, aunque legítimos, no son suficientes para resolver los problemas de fondo.
La verdadera salida está en el propio pueblo organizado, consciente y decidido a transformar su realidad. Y es momento de prepararnos para ello.









