Por El Hombre de Negro
En 1983, Dave Mustaine fue expulsado abruptamente de Metallica, apenas días antes de que la banda grabara su álbum debut, Kill ‘Em All. Las razones fueron claras: su comportamiento errático, impulsado por el abuso del alcohol y las constantes fricciones con sus compañeros. James Hetfield y Lars Ulrich tomaron la decisión definitiva tras un viaje especialmente tenso a Nueva York, donde dejaron a Mustaine con un boleto de autobús de regreso a Los Ángeles.
Humillado pero determinado, Mustaine canalizó su frustración en una sola misión: crear una banda más rápida, más técnica y más agresiva que Metallica. Así nació Megadeth, una banda que no solo cumpliría ese objetivo, sino que se consolidaría como uno de los cuatro pilares del thrash metal junto a Slayer, Anthrax y la misma Metallica.
El álbum debut Killing Is My Business… and Business Is Good! (1985) ya mostraba las bases del estilo Megadeth: riffs vertiginosos, estructuras complejas y letras cargadas de crítica social, política y militarismo. Su segundo disco, Peace Sells… but Who’s Buying? (1986), los colocó en el radar global, mostrando que el metal también podía tener un mensaje consciente.
A lo largo de los años, Megadeth ha lanzado álbumes emblemáticos como Rust in Peace (1990), considerado uno de los mejores del género, y Countdown to Extinction (1992), con un enfoque más melódico que les dio acceso al mainstream sin perder su esencia.
Con más de 50 millones de discos vendidos, múltiples nominaciones al Grammy —y una victoria en 2017 por “Mejor Interpretación de Metal” con “Dystopia”— Megadeth ha demostrado que el rechazo fue solo el inicio de una carrera legendaria. Su estilo técnico, oscuro y crítico los distingue como una banda que no solo supo rivalizar con Metallica, sino también construir su propio legado.