Por El Hombre de Negro
En el universo del rock duro, donde las guitarras suenan como motores encendidos y los escenarios se tiñen de sudor y fuego, Lita Ford es más que una sobreviviente: es una leyenda viva del heavy metal. Con su guitarra en forma de rayo y una voz que va de lo sensual a lo infernal, Ford ha forjado una carrera implacable, rebelde y, sobre todo, fiel a sí misma.
Una chica en una banda de chicas (con actitud de chicos)
Lita Rossana Ford nació en Londres en 1958, pero su corazón musical empezó a latir con fuerza en California. Fue elegida como guitarrista principal de The Runaways, la banda de chicas adolescentes que en los años 70 desafió todas las convenciones. Mientras Joan Jett aportaba el punk callejero, Lita era la que metía los riffs poderosos, la que venía claramente del lado oscuro de Led Zeppelin y Black Sabbath.
Aunque The Runaways terminaron prematuramente, Ford se quedó con algo claro: ella no quería dejar de hacer ruido.
Carrera solista: riffs, cuero y fuego
A inicios de los 80, Lita Ford emprendió su carrera solista, y lo hizo con determinación. En un momento en que ser mujer y guitarrista solista en el heavy metal era casi una herejía, ella respondió con discos potentes como Out for Blood (1983) y Dancin’ on the Edge (1984). Pero fue con Lita (1988), producido por Sharon Osbourne, donde alcanzó el estrellato comercial.
Ahí nacieron sus dos himnos más conocidos:
- «Kiss Me Deadly»: puro glam metal y empoderamiento.
- «Close My Eyes Forever»: balada oscura y exitosa a dúo con Ozzy Osbourne, que entró en el top 10 de Billboard y se volvió inmortal.
Lita se volvió ícono no solo por su imagen poderosa y sensual, sino porque sabía tocar como los grandes. No era un adorno: era la guitarrista principal, la compositora y la frontwoman. Una rara combinación que el rock de los 80 no supo cómo encasillar.
Entre sombras y regresos
La fama, como siempre, vino acompañada de excesos, presiones y desgaste. Lita se retiró a mediados de los 90, desapareciendo de los escenarios durante casi una década. Su regreso en los 2000 fue lento pero sólido, con álbumes como Wicked Wonderland y Living Like a Runaway que demostraron que el filo de su guitarra seguía intacto.
Además, publicó una autobiografía demoledora, en la que no se guardó nada: relaciones tóxicas, conflictos familiares, abusos en la industria y hasta su difícil amistad con Joan Jett.
Hoy, como ayer: reina del shred
Hoy, Lita Ford sigue girando, grabando y tocando con las mismas uñas rojas, la misma guitarra B.C. Rich en forma de doble rayo, y la misma convicción de cuando tenía 17 años. Su lugar en la historia del rock es inamovible: es la primera mujer en el heavy metal que impuso respeto con su guitarra. Sin cuotas, sin pretextos.
Donde muchas se conformaron con un lugar en la foto, ella exigió estar en el escenario. Y ahí sigue.