Por. Diego Mercado
Los espacios más afectados por la inseguridad siguen sin respuestas, mientras el debate nacional se torna entre la idea de militarización.
Según Human Rights Watch, el plan de AMLO respaldado por MORENA y sus aliados de formalizar y extender por tiempo indefinido el control militar de las tareas de seguridad pública a nivel federal, constituye una grave amenaza a los derechos humanos y la transparencia.
Hoy el país atraviesa una de las crisis más impactantes de inseguridad en las últimas décadas. México tuvo 33.315 homicidios en 2021 después de los dos años más violentos de su historia, bajo el mandato de Andrés Manuel López Obrador, con 34.690 víctimas de asesinato en 2019 y 34.554 en 2020.
Al día siguiente de que el Senado de México discutiera a favor de prolongar la presencia de los militares en las calles siete años más, nada cambió en los estados dónde han sido azotados en todos sus espacios de convivencia por esta ola de inseguridad, de miedo e incertidumbre. Nada cambió.
Según un informe de la Fiscalía del Estado de México publicado por Milenio, los carteles que operan en la Ciudad de México, se suma la guerra entre La Familia Michoacana y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) por el control del pasillo del sur del Estado de México (Edomex) en el tráfico de marihuana, cocaína y amapola. Según la Fiscalía en el corredor del centro bajío, el trasiego de drogas, la tala ilegal, la extorsión y secuestro están en manos de La Familia Michoacana, que mantiene una guerra abierta contra el CJNG lo que hace del Edomex el tercer Estado más violento del país con casi 200 personas asesinadas cada mes, según cifras oficiales. Estado vecino, de Amealco y del Estado de Querétaro. Tal pareciera que ellos (los narcotraficantes) son los que controlan a País, tal pareciera que no es una estrategia la militarización sino una respuesta anticipada, desmedida y poco analizada por parte del ejecutivo, tal parece que darle la razón a Calderón después de años, es lo único claro en la estrategia.
No ES UNA SOLUCIÓN y nunca lo será, militarizar los trabajos de seguridad en un País que busca el reconocimiento de sus derechos humanos y de los buenos manejos de la reconstrucción de tejido social, no es la solución.
Es una respuesta, ante la falta de “estrategia” de AMLO, tal parece que la campaña de “abrazos y no balazos”, no le resultó y lo único que puede y sabe hacer es echar mano del ejército y las armas.
En este País donde el debate sobre la militarización es un tema que se habla en voz baja con más inquietud que entusiasmo. Los que están a favor, hoy no han visto un solo soldado en las calles, y los que están en contra de vez en cuando ven alguna patrulla.
Veremos cómo evoluciona y cuáles son los términos finales del inicio tal vez de unas de las épocas más obscuras en el combate a la inseguridad.