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Escribe :- Jeronimo Gurrola Grave
En estos tiempos para cualquiera que sea el asunto que abordemos, hablar de la pandemia y sus consecuencias es inevitable por ser nuestra “nueva normalidad” por decreto del gobierno de la 4T, les comparto que hace cosa de un mes en un noticiero radiofónico español, al tratar el tema de la situación que se vive en el mundo y de la grave situación de la salud en México comentaron que si bien es cierto que el número de muertes en esos días, 100 o 200 era alto, a manera de broma, dijeron que al presidente Andrés Manuel López Obrador eso ya no le preocupa mucho porque ya está acostumbrado, debido a que diariamente se pierden más vidas por el narcotráfico, delincuencia organizada y feminicidios, y sí, desafortunadamente, aunque no nos guste, tienen razón.
Durante el gobierno de Felipe Calderón, a raíz de la guerra contra el narcotráfico en la que hubo miles de muertos, abusos de poder, ejecuciones y violaciones a los derechos humanos, el entonces presidente de Morena, despues de un largo deambular en busca de poder absoluto, abanderó la demanda del abandono de las calles por el ejercito y su regreso a los cuarteles. Exigió “no continuar con la política coercitiva, pues no se resuelve nada con el uso del Ejército, Marina, policías, cárceles, amenazas de mano dura y leyes más severas, ya que la paz y la tranquilidad son frutos de la justicia”. En 2012, en su segunda campaña por la presidencia de la república nuevamente prometió regresar al ejército a los cuarteles: “No debe seguirse exponiéndose al ejército: vamos a regresarlo a sus cuarteles en la medida en que se vaya profesionalizando la policía; eso nos llevará seis meses”, dijo, y repitió que el ejército estaba “para defender la soberanía nacional y no para realizar labores policiacas”.
En febrero de 2017, entonces dirigente de Morena, denunció hasta el cansancio que las fuerzas armadas habían matado niños y cometían violaciones a los derechos humanos en la llamada guerra contra el narcotráfico. Un general brigadier le respondió que el ejército no era ni represor ni asesino. La respuesta burlona de AMLO fue: “Están muy nerviosos los de la mafia del poder”. Recién electo presidente de la república, en julio de 2018 en las primeras apariciones en público de quien sería secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, este aseguró que el regreso tomaría tres años. Para noviembre y diciembre de ese mismo año, López Obrador negó haber pedido el regreso de los militares a los cuarteles, cancelándose por completo la esperanza de regresar la seguridad pública a manos civiles.
Ahora, con todo cinismo dijo; “aunque me critiquen de militarizar al país voy a mantener al ejército en las calles”, y explicó que las tareas de las fuerzas armadas en seguridad pública “fue una reforma constitucional del 26 de marzo de 2019, y lo que se hizo fue emitir un trámite, pues ya existía la aprobación del Congreso de la reforma constitucional”. Aseveró que el país necesita de las Fuerzas Armadas para enfrentar el problema de la inseguridad y la violencia, además dejó claro que “defenderá” este pensamiento. “Necesitamos del profesionalismo de la Marina y el Ejercito para enfrentar el problema de la inseguridad y la violencia”.
Pero la violación a la constitución de nuestro país es tan flagrante que la propia CNDH rechazó el acuerdo firmado por el presidente López Obrador, con el que autoriza a las fuerzas armadas realizar tareas de seguridad de manera extraordinaria por los próximos cinco años, debido al riesgo de violación a los derechos humanos. Sin duda, después tantas ingenuidades, por no llamarlas de otra manera, como prometió para acabar con la violencia con “abrazos, no balazos”, de “acusar a los delincuentes con sus mamacitas”, incluidas las negociaciones abiertas con el narco, violatorias de la ley, poniendo en ridículo al ejercito y la guardia nacional, la militarización no es más que una confesión de su ineficacia, ineptitud, incompetencia y torpeza a la vez, pero más grave es la evidencia ante el mundo, de su falta de capacidad y consecuencia política, y de que los 30 millones de mexicanos que votaron por Morena lo hicieron por una confusa mezcla de enojo y desesperación dejada por los gobiernos anteriores, aprovechada por un experto engañador y manipular del pueblo.