Joaquín Antonio Quiroz Carranza
A partir de 1910 la familia Rockefeller, después de financiar el informe Flexner, impuso y consolidó el monopolio de la medicina convencional o alópata, modelo que dice “combatir” la enfermedad, pero nunca las causas de las mismas. En su proceso para imponer ese modelo, el monopolio médico-farmacéutico generó una visión de desprecio y opresión de otros modelos terapéuticos, entre ellos el de la medicina tradicional e indígena, describiéndola como “no científica”.
La medicina tradicional no ha sido, en general, sistematizada y documentada en forma escrita por parte de sus practicantes, no porque ello no lo deseen, pues en general si poseen registros, manifiestan su deseo de dejar plasmados sus saberes y sus conocimientos los transmiten por medios orales y la práctica cotidiana.
En la medicina tradicional e indígena existen diversas especialidades como son las parteras, hierberos, sahumadores, temazcaleros, hueseros-sobadores, entre otras. Algunos de los procedimientos terapéuticos usados son la tisana, la infusión, la decocción, la tintura, los vinos medicinales, los jarabes, los ungüentos, las cataplasmas, las cápsulas y otros.
México es un vasto territorio donde, a pesar de la conquista y colonización, de la destrucción de códices y otros documentos, del blanqueo, racismo y clasismo del periodo neoporfirista, los médicos tradicionales sobreviven, practican sus saberes y los comparten con las nuevas generaciones.
En Amealco de Bonfil, Querétaro practican sus saberes ancestrales diversos médicos tradicionales e indígenas. Unos de ellos son Don Atanasio Vázquez Lucas de 83 años, huesero-sobador, quien además de eliminar dolores corporales y articulares con su técnica de sobador, quita energías negativas, elabora sus aceites y ungüentos con plantas medicinales. Dentro de este grupo de abuelos curanderos está también Doña Matilde Mondragón López de 85 años, ella es partera y herbolaria, especialista en problemas de la mujer, elabora jarabes y cápsulas con diversas plantas como la doradilla, la vara tronadora, malva, ruda, cidra, entre otras.
Los abuelos curanderos, siendo excelentes en su práctica terapéutica, han sufrido y siguen padeciendo el desprecio de una estructura social racista y clasista global, expresada en México, incluso en las propias instituciones gubernamentales, donde aún no llega la 4ta transformación.
Particularmente Doña Matilde laboraba en el Centro de Salud con Servicios Integrados de Amealco de Bonfil de donde fue despedida bajo el argumento de que ya era “muy mayor de edad”, sin liquidación, finiquito o pensión. En el caso de Don Atanasio trabaja en dicha institución bajo el esquema de “eventual” con un pago quincenal de $3000, sin ninguna otra prestación de ley.
El desprecio, racismo y clasismo aún imperante en diversas instituciones públicas, sobre todo en entidades donde no gobierna MORENA, es un ejemplo de ese aún patente neoliberalismo fascista, que desea lo blanco sobre lo moreno, al monopolio médico-farmacéutico sobre la medicina tradicional e indígena.