CONTRAPUNTOS
Adriano Herrera Álvarez
“Cuando no se tiene amor al buen sentido del humor, te conviertes en humo…” Anónimo Veneciano
El último intercambio de libros con mi amigo Don Enrique Gómez Ruiz, me prestó un librazo: “Todo Mafalda” de Joaquín Salvador Lavado Tejón, con el seudónimo de Quino. En la ciudad de Mendoza, Argentina, nació el 17 de julio de 1932 y falleció en la misma ciudad el 30 de septiembre de 2020. Quino fue un humorista e historietista argentino, nacionalizado español, autor de Mafalda, y su grupo conformado por: Susanita, Manolito, Felipe, Guille (hermano de Mafalda), Libertad —la de menor estatura—, personajes secundarios: los padres de Mafalda, el padre de Manolito, la madre de Susanita, la madre de Libertad —que es traductora de francés— y Muriel, de quien está enamorado Felipe, entre otros personajes de paso, como policías, burócratas, etcétera.
Estos personajes nos reflejan la Historia… en su momento, la guerra de Vietnam, la Paz Mundial, la sopa de la madre de Mafalda —que es un rechazo al Establecimiento—, a la estrechez mental. Describen el carácter de Quino: amable, buen amigo, muy tímido, como Felipe, que se pone de varios colores ante la perspectiva de Muriel, de quien se enamora a primera vista; parco de palabras, con un don inacabable: su sentido del humor, instando a los mortales a vernos en un espejo y no dudar que ahí nos encontraremos todos. Los perfiles psicológicos, sin duda, nos trastocan con la esencia filosófica de los personajes, sobre todo de Mafalda, en donde se centran las ideas subversivas, digamos un tanto anarquistas y pragmáticas, invirtiéndolas en los caracteres de los personajes: la inocencia, el amor, la vergüenza, la codicia, todo lo que resulta más que evidente en las expresiones de los actores de las tiras, las caras, los gestos, los gritos… Nos provocan todo lo vivido, ya sea propio o ajeno, la realidad planteada en estas ideas; lo importante de Quino es que las regaló al mundo —que en aquellos años setenta— recibimos con singular alegría.
Además de haberse traducido a más de quince idiomas, Quino nos dio una gran lección: dentro de cada uno de nosotros nace la esperanza de un mundo menos fragmentado y violento, adinerado… Quino tuvo una gran visión de los hechos del mundo y cómo podía evidenciarlos: una literatura genial, adictiva, pensante, con un humor gravitando dentro de las fórmulas actuales de la existencia, cotidiano y nuevo cada vez. O sea, la obra de Quino es eterna, porque siempre habrá en la sociedad mentes que la denuncien, implacables, visionarios.
Un gran amigo de Quino escribió la siguiente carta:
“Querido Quino:
Me resulta muy difícil expresar mis sentimientos en privado e inevitablemente tiendo a minimizarlos cuando estoy frente a quien debo manifestarle mis afectos. Por eso, aquí, frente a mi máquina, sin ver reflejada mi propia imagen en tu mirada, puedo contarte que tengo ese horror masculino a decirte que te quiero. Intenté escribir “te estimo”, era más de macho, pero distante. “Te aprecio”, me parecía una artera puñalada por la espalda. “Gusto de vos”, demasiado insinuante y provocativo. “Te amo”, decididamente fuera de lugar y además soy casado. “Te adoro”, una exageración mística. “Te valoro”, una bosta. Por eso, y porque no me queda otra, te tengo que querer y te quiero.
Pero hay algo más, de vos aprendí mucho.
Te lo debo.
Espero sabértelo pagar.
Un beso.”
Fernando, el Sendra
adrianoherrera53@hotmail.com