-Roberto Jiménez Salinas
El sincretismo religioso lo describe como el viejo sabio o “el abuelito de antes”, el padre de los Xitá,
Figura mítica cuyo espíritu vive en el Cerro del Zamorano a cuyo encuentro se va cada año. Los habitantes del mundo Otomí o Ñahñū del semidesierto queretano realizan anualmente una peregrinación para honrar su memoria.
El Xitá cobra vida en los festejos anuales de las Danzas de Conquista de Moros y Cristianos, se apropia mediante el uso de una máscara del alma de quién la porta y así se transforma, se pierde el miedo al mundo.