Por Jerónimo Gurrola Grave
Dirigente Estatal del Movimiento Antorchista en Querétaro
En 2006, cuando Andrés Manuel López Obrador fue candidato a la presidencia de México propuso a sus seguidores realizar una serie de marchas y protestas en la capital del país, que llevaron a tomar la ciudad, en defensa de la democracia. “Invito a todos a participar en esta movilización ciudadana”, dijo el entonces líder del Partido de la Revolución Democrática (PRD) ante decenas de miles de sus seguidores en la plaza del Zócalo, donde denunció que oficialmente perdió la elección ante Felipe Calderón Hinojosa.
Más de 200 mil personas se congregaron entonces para exigir a las autoridades electorales un nuevo recuento de votos. Pero a partir de 2018 en que tomó el poder, beneficiado de la democracia que reclamaba, quiere destruirla al intentar modificar las reglas en su beneficio a través de varias trampas políticas.
Son varias las maniobras con las que López Obrador pretende apoderarse del árbitro electoral para controlar las elecciones y no perder el poder, como lo hizo el PRI durante más de 70 años. La primera consiste en paralizar al INE y a los partidos políticos de oposición, quitándole los recursos para su funcionamiento y campañas en más de 4 mil 475 millones de pesos, como propuso en el PEF 2023, en que se realizarán elecciones a gobernador en Coahuila y el Estado de México, esta última la entidad más poblada del país, e importante por decidir el resultado de las elecciones presidenciales de 2024.
La segunda maniobra del presidente consiste en reducir el número de legisladores federales y locales, buscando darle más poder a Morena y menos poder a los partidos pequeños y de oposición, medida contra la que contradictoriamente AMLO y sus seguidores lucharon durante muchos años.
En tercer lugar pretende quitarle al INE o al Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC) como pretenden ponerle, el padrón electoral de más de 96.2 millones de mexicanos para manejarlo ellos, pudiendo generar el uso electoral o clientelar de la lista de ciudadanos, que hasta ahora una de las funciones del INE consiste precisamente saber que las personas son reales y sin nombres duplicados.
Otra artimaña disfrazada, entre varias más del presidente, consiste en que los consejeros del Instituto sean nombrados mediante el voto popular, pero propuestos por él mismo, abandonando cualquier principio de neutralidad política, al convertir a los árbitros en jugadores de su propio equipo de gobierno.
Por eso, ante tanto agandalle de su parte y de Morena, resulta natural que los partidos de oposición y los ciudadanos mexicanos con responsabilidad, sensibilidad e inteligencia que mucho han aportado a la construcción de la democracia, protesten y exijan al presidente, respeto total al Instituto Nacional Electoral (INE).
Y resulta incongruente que López Obrador suelte una retahíla de irracionales y furibundos insultos que lo retratan no como un mandatario, sino como un individuo ordinario, que ha buscado el poder para satisfacer sus intereses políticos y económicos. Tan pronto como se dio a conocer la marcha del pasado domingo 13 de noviembre, descompuesto por la furia y el rencor, no ha parado de ofender a sus organizadores, en un desesperado intento por denigrar y apagar a la marcha en defensa de la democracia, que van desde señalarlos de que “no le tienen amor al pueblo aunque vayan todos los domingos a misa”, de ser “aspiracionistas, clasistas, racistas, corruptos, achichincles, despistados y muy hipócritas”.
Coincido con quienes concluyen que la embestida desde la presidencia y Morena contra el árbitro electoral es la consolidación de una estrategia que lleva mucho más tiempo en operación. López Obrador quiere todo el poder y ha trabajado sin descanso minando el poder de los gobiernos estatales, ejerciendo presión mediante el control del presupuesto.
Ha intentado doblegar a la Suprema Corte de Justicia, ha desaparecido o reformado casi todos los organismos autónomos, ha atacado ferozmente a la prensa crítica usando el aparato del Estado y ha buscado el desprestigio de las organizaciones de la sociedad civil.
Ojalá que esta vez no haya legisladores que traicionen a la patria.
@jgurrolag1