Por: Mariana Canseco
No es la primera vez que muere una persona al estar internada en un supuesto Centro de Rehabilitación, la semana pasada fue un jóven de 25 años de edad, que ingresó a un anexo del municipio de Querétaro y al parecer fue golpeado brutalmente hasta que perdió la vida.
De manera extraoficial se comenta que entre los presuntos agresores estaban los encargados del anexo, por lo que los lectores que desconocen la dinámica que opera en estos lugares, podrían suponer que se refieren a los dueños o directivos del establecimiento.
Pero no necesariamente es así, ya que con el objetivo de motivar a los internos a que tengan buen comportamiento, se les van asignando ciertos roles que les implican beneficios.
Entre estos roles, están: los doceavos, que son los recién llegados; los servidores, que cuidan y mandan a los doceavos; los encargados, que dan las órdenes y vigilan a los servidores; y los padrinos, que son quienes ya superaron su proceso de rehabilitación y deben ser tratados con respeto y obediencia por todos los internos.
El riesgo de este organigrama consiste en que le dan la confianza y el cuidado de los recién llegados a los servidores y encargados, quienes pueden llevar dos semanas de haber ingresado y padecer de trastornos mentales a consecuencia de las drogas que han consumido.
Aquí surge otra problemática, pues como dice el refrán ‘dale poder a la ignorancia y conocerás la prepotencia’, esto lo digo porque es demasiado común que los servidores y encargados terminen abusando de su jerarquía, haciendo cosas indebidas y tratando mal a los demás internos, quienes por no tener un servicio, tienen que obedecer y callar ante sus “superiores”.
“¡Te echo humildad!” es la frase que se utiliza en los anexos para pedir las cosas, los doceavos tienen que utilizarla todo el tiempo, pues hasta para ir al baño o tomar agua tienen que pedir permiso.
Por otro lado, cuando un padrino o una madrina “echan humildad”, lo hacen en modo imperativo y los internos tienen que acatar la orden de inmediato, pues de lo contrario hay severas consecuencias.
Aquí llegamos a los castigos que se imponen en estos lugares, aunque cabe aclarar que estos dependen de los padrinos líderes de cada anexo, dado que en algunos permiten los malos tratos y el uso de la violencia.
En el caso de los centros que no acostumbran el uso de la violencia física, sus castigos pueden incluir despertarse en la madrugada para lavar cobijas; pararse todo el día derecho y viendo hacía la pared; no tener visita el domingo; tener un “candado”, es decir, una persona que esté tras el castigado las 24 horas; también podría ser que castiguen a todos los anexados y entonces pueden llegar a hacer juntas maratónicas, donde tienen que estar sentados, derechos, con las piernas juntas y con las manos en las rodillas, sin poder moverse ni para rascarse.
Mientras que en los anexos donde sí permiten el maltrato, los castigos pueden ser que el anexado este hincado sobre corcholatas, cargando libros o cubetas de agua; quedarse sin comer por días; ser golpeado constantemente por sus superiores; ó incluso, estar amarrado en una base de cama, sin colchón, a esta le llaman la famosa “domadora”.
En teoría, las autoridades supervisan que los lugares que ofrecen servicio de rehabilitación de adicciones traten con respeto y dignidad a sus “pacientes”, aunque es curioso que estos anexos ‘fuera de serie’ sigan existiendo.
Es preciso mencionar que los anexos se rigen por la filosofía de Alcohólicos Anónimos (AA), organización fundada en 1935 por William Griffith Wilson, conocido como Bill W. y por Robert Holbrook Smith, conocido como el Dr. Bob.
En esta organización las personas enfermas de alcoholismo o drogadicción que ya superaron o controlaron su adicción, le comparten su experiencia a las personas que siguen en consumo, para que sepan cómo atender su enfermedad.
El caso de la persona que perdió la vida en el anexo ubicado en la colonia Unidad Nacional está siendo investigado por las autoridades, pero según información extraoficial, su muerte se debió a un castigo que se les salió de control.
Al ser entrevistado, un padrino de un centro de rehabilitación que decidió conservar su identidad en el anonimato, opinó que este tipo de “incidentes” se dan porque los responsables de los anexos, es decir, los padrinos líderes, no están pendientes de lo que sucede con sus anexados.
Para concluir, basándome en las declaraciones de diversas autoridades, yo invitaría a las personas que desean ayudar a un familiar con adicciones, a que antes de internarlo en un centro de rehabilitación, investiguen si el centro está regularizado y que se cercioren de que ahí le brindarán un trato humano.