Joaquín Antonio Quiroz Carranza
La intolerancia humana a sus congéneres ha provocado un vacío de los afectos, en los cuales, como es evidente, hay una economía circular, y con ellos divergencias, desacuerdos, acuerdos, encuentros y desencuentros. Para solventar la soledad y el vacío existencial, la sociedad humana ha buscado un placebo: las mascotas, objeto vivo que no opina, se adquiere como una mercancía, se posee y se domina, y en muchas ocasiones, cuando el poseedor encuentra otros intereses que lo satisfacen, simplemente la abandona o la desecha.
En México se contabilizan cerca de 80 millones de mascotas, sobre todo perros y gatos, y al mismo tiempo se cuenta con un millón de niños huérfanos. Las posesión de mascotas tiene “ventajas” respecto a las relaciones humanas: se compran y se venden, se desechan o se les practica la eutanasia sin mayor problema legal, se someten a la voluntad del poseedor, se decide todo sobre ellas, su esterilización, su alimentación, su área de existencia, no tienen voz ni voto en las decisiones familiares. Se les viste a voluntad del dueño, en fin son objetos vivos, sin voluntad, sobre los que es posible hacer cualquier cosa.
Independientemente de que se les pueda amar, se les proteja, cuide o maltrate, las mascotas son un placebo a la soledad y el vacío existencial, un juguete para los niños, un peluche para los adultos y en ocasiones hasta un objeto sexual sin derecho alguno. Un objeto vivo que satisface al poseedor sin importar si la mascota satisface o no sus requerimientos.
Aunada a la crítica de la mascotización de la sociedad, desde el ámbito de lo moral y legal, debería discutirse, sobre todo a partir de la histérica pandemia del Covid-19, con la cual una gran mayoría de la población mundial mostró sus peores terrores. La pandemia, según la OMS, se originó de una zoonosis, es decir el coronavirus transitó de poblaciones de murciélagos a los seres humanos, de ser verídica esta hipótesis, ¿qué impide que se den otros fenómenos zoonóticos, desde la íntima relación de mascotas-humanos?
Las mascotas conviven con los humanos de forma íntima, duermen juntos, se les besa aunque las mascotas se hayan limpiado el ano con su lengua, se intercambian fluidos, se les comparte alimentos desde la propia boca del poseedor, ¿qué puede impedir un fenómeno zoonótico de dimensiones pandémicas?
Además de las connotaciones legales, morales y zoonóticas, hay otras desde la salud pública. Cada perro en promedio defeca 200 grs. cada día. Considerando la existencia de 80 millones de mascotas, la producción de excretas es de gran escala, la inmensa mayoría de esa montaña de caca se expulsa en parques, jardines y cualquier otra área pública, excretas que son secadas por el sol, pulverizadas por el tránsito peatonal y las fuerzas climáticas, posteriormente el viento las dispersa, ingresando al organismo vía mucosas (nariz, boca y ojos), así mismo se deposita en alimentos expuestos como son dulces, pan, tacos, entre muchos otros.