*** El gobierno federal definitivamente ha abandonado al campo y el gobierno estatal no alcanza a cubrir las necesidades, hay migración interna en el estado y hacia Norte América.
*** Las zonas de mayor expulsión de jóvenes y adultos, son Amealco, la Sierra Queretana y Tolimán, además de otros municipios inclusive los más poblados, tienden al Sueño Americano.
Por Raúl Rosillo Garfias
Los temas que tienen que ver con el Querétaro moderno, no escapan a lo que sucede en el campo, en donde la agricultura enfrenta desafíos de sostenibilidad, competencia y ha caído en el garlito de los cambios de uso de suelo para desarrollos habitacionales e industriales, sobre todo los predios o terrenos que se encuentran cerca de las vías de comunicación, aunque además la superficie agrícola apenas se calcula en un 30 por ciento del territorio.
Las principales actividades agrícolas, carecen de apoyos efectivos y eficientes, de créditos blandos y las actividades se han tradicionalizado en cultivos frutales como la vid, la guayaba, la cebada, el frijol, el maíz y el sorgo entre otros, pero las planchas de cemento avanzan a pasos agigantados, ante el abandono de las tierras de cultivo y esto tiene que ver con la falta de incentivos para los productores, que enfrentan además bajos precios en sus productos y quienes dependen de la lluvia, o temporaleros, han sufrido seriamente con las temporadas de sequías que se han presentado más largas que nunca.
El tema no se queda ahí, esto también afecta a los ganaderos, que tampoco tienen incentivos y que además enfrentan la falta de granos y forrajes, cerrando un círculo y cayendo en la inercia de tener que vender parte de los hatos ganaderos ante la falta de apoyos e insumos, Querétaro tiene ganadería de carne bovina, porcina, aves pero también en algunas zonas de ovinos y caprinos en menor escala, algunos hatos ganaderos lecheros han inclusive desaparecido ante las circunstancias actuales en las zonas de San juan del Río, Escobedo y Cadereyta.
Algunas estadísticas, que se han logrado, dicen que la población dedicada la agricultura se estima apenas en el 8 por ciento o menos de la población ocupada en el estado siendo este de los más bajos en comparación con otras entidades federativas, además de que hay escasos rendimientos en la producción, por falta de tecnología y de prácticas agrícolas que no corresponden a los tiempos que corren.
Además sólo el 20 por ciento de la superficie que se cultiva en la entidad, cuenta con algún sistema de riego, muchos de ellos obsoletos y caros, lo que propicia que la mayoría de la superficie agrícola de la entidad dependa del temporal y como este en los últimos tiempos ha sido errático y ha vuelto extremadamente vulnerable a este sector que además vive en pobreza rural y se enfrenta a fenómenos como sequías, cambios climáticos y falta de créditos e incentivos.
El abandono y la venta de tierras rurales, sobre todo en zonas elevadas, tiene que ver con su bajo ingreso y la rentabilidad de los cultivos, las agriculturas dicen los hombres del campo que además ya son mayores entre los 40 años y más, es mejor vender y buscar otras alternativas, esto además propicia la migración interna en el estado, llevando a los jóvenes a las zonas fabriles o bien a la búsqueda del sueño americano.
Ante este panorama los desarrolladores de vivienda, consiguen los terrenos a precios bajos y luego luchan por los cambios de uso de suelo, para hacer crecer las planchas de cemento en esas zonas… Los efectos de estos cambios, propician que se reduzcan de manera considerable las zonas cultivables, se propicia el no cumplimiento de la autosuficiencia alimentaria, y genera que Querétaro dependa de otros estados para satisfacer su demanda de alimentos.
Es menester destacar que el gobierno del estado, ha implementado programas de apoyo a este sector, pero no son suficientes, pues regiones como la Sierra Gorda son de las áreas más afectadas por el abandono de tierras debido a sus condiciones geográficas difíciles y el bajo rendimiento agrícola.
Municipios calificados como rurales, con alta población indígena y rural, como Tolimán y Amealco, sin duda son testigos claves del abandono de tierras que han venido sufriendo, pero no de ahora sino desde hace varias décadas, pero particularmente en los últimos dos lustros, en donde la agricultura ha dejado de ser una opción para sostener a sus familias.