Dice Jean-Jacques Rousseau que no hay nada más peligroso que la autoridad en manos de quienes no saben usarla. En Tequisquiapan, el primer año de gestión caminó por buenos senderos, pero cuando los partidos empiezan a exigir seccionales o prestar instalaciones, los ojos críticos de los ciudadanos se despiertan y aparecen las inconformidades. La política es, sin duda, una adicción: quienes se retiran difícilmente se alejan por completo, porque el contacto con la gente, sus necesidades y su aprendizaje mantiene vigente a cualquier político.
Héctor Magaña, siempre calculador y cuidadoso, no debe perder de vista que las oposiciones llevan meses trabajando de manera silenciosa pero efectiva, lo que podría mermar su influencia electoral pasada. El poder inicialmente cohesiona, pero con el tiempo desgasta, y los colaboradores deben medir sus acciones, porque la cabeza del proyecto paga las consecuencias.
En política, quien gana no gana todo y quien pierde no pierde todo. La guerra de las partes nunca termina. Magaña ha declarado su interés en la reelección, pero los opositores —PRI, PAN, Verde y posiblemente Movimiento Ciudadano— tendrán sus propios planes, y habrá que esperar a ver cómo se alinean los intereses.
Dentro del PRI, la vieja guardia sigue operando a su manera, quizá buscando posicionarse para candidaturas futuras o para mantener influencia en el erario mientras surgen nuevos cuadros. Aunque el tricolor apenas alcanza un 7-8% en preferencias, no es un porcentaje despreciable, y podría tener más fuerza en Tequisquiapan.
Como decía Julio Cortázar, “andamos sin buscarnos, pero sabiendo que andamos para encontrarnos”. Así se mueven los políticos en ciernes: estudiando a la gente, visitándola sistemáticamente y sorprendiendo con su presencia. Carlos Ugalde Meza es un ejemplo: joven, doctor, activo, y con aspiraciones de representar al PAN en el próximo proceso electoral. Aunque su partido local ya ha perdonado antiguos conflictos, otros actores seguramente levantarán la mano en las próximas elecciones, y el tablero político apenas comienza a dibujarse.









