Escribe.-Edilzar Castillo email: [email protected]
Si algo está ligado profundamente a la vida chiapaneca, es la marimba. No hay fiesta que no sea presidida por la marimba, ni hay marimba que no sea una verdadera fiesta para el espíritu.
La marimba es un instrumento musical de percusión, es decir, que produce sonidos al ser golpeada, como lo es también el tambor.
Se discute aun el verdadero origen de la marimba. Quienes afirman que es de origen africano se fundan en que unos esclavos negros la trajeron de África, que tales esclavos fueron traídos por frailes y que se establecieron en lo que hoy se conoce como la “Frailesca”. Se dice también que el negro portador de la marimba llegó a Chiapas con Fray Bartolomé de las Casas. El chiapaneco adoptó este instrumento, le realizó varias mejoras y la acogió como algo suyo.
El teclado de la marimba es un conjunto de trozos de madera de distintos tamaños, hechos de corazón de un árbol llamado hormiguillo, (que solo se produce en Chiapas) colocados horizontalmente, unidos por una cuerda sostenida por clavijas en una plataforma también de maderas finas. Al golpe de los “bolillos” o baquetas se producen los sonidos maravillosos que interpretan dulces y armoniosas melodías. Los ecos se producen porque debajo de las teclas hay una serie de cajas de resonancia de diferente tamaño – a los que, por su forma, el pueblo llama “pumpos”- que repercuten los sonidos, con lo cual la marimba se hace sensiblemente dulce, espiritualmente penetrante. No hay chiapaneco, chico o grande, hombre o mujer, rico o pobre, que no conozca la marimba. No todos saben definirla, pero todos saben sentirla. No todos pueden describir sus partes, pero todos saben que es un instrumento armonioso que enlaza sus emociones. No todos saben su origen, pero todos saben que vive en su alma y por eso no le reconocen temporalidad, ni territorialidad, sino amenidad, inmortalidad y sobre todo. Identidad o sentido de arraigo. En la marimba las personas vierten la alegría de sus paisajes, la tristeza de su melancolía, el amor de sus tradiciones, la leyenda de sus pueblos, el valor de sus costumbres, el tamaño de sus esperanzas. El pueblo la siente suya como sus montañas, como sus ríos y como sus esperanzas. La marimba ha sido fuente de inspiración para poetas y escritores. Ha sido y es inagotable venero de ternura musical. Es un teclado que concentra ritmos de montaña, ríos y cascadas. Es floración de alegrías que la gente disfruta con la euforia de sus entusiasmos. Es romántica expresión cadenciosa que ahoga las tristezas, es sentimiento que se solidariza en el dolor y la esperanza.
Existen pequeñas marimbas diseminadas y deambulando por todo el país, quizá para el transeúnte que la escucha no representa todo el simbolismo que un sureño le otorga, pero… la marimba es la voz de la montaña vertida en un lenguaje inconfundible. Es el instrumento que vibra con el sonoro nombre de Chiapas y transmite sus grandezas a todos los confines del universo.