Escribe Isaac Mejía Hernández
Siempre se ha concebido que, para hablar de Democracia en un país, es necesario la existencia de Partidos Políticos, los cuales deben ser y son, entidades públicas que busquen representar los intereses e ideales de la población, pero en nuestro país procuran su beneficio personal y después el del electorado.
Se utilizan a estas Instituciones como un medio para obtener recursos económicos, así como el poder político y público. Lo hemos visto a lo largo de la semana pasada, en donde más de 50 organizaciones aspiran a consolidarse como Partidos Políticos, de las cuales 2 de ellas, seguramente las veremos en la boleta electoral del 2021.
Pero, la ciudadanía hasta cierto punto ha dejado de participar e interactuar en política por el hartazgo que se le tiene a estos organismos públicos, que gracias a sus diferentes actores, han desvirtuado la finalidad y la razón de ser de la institución política.
Los ciudadanos tachamos a los partidos, como máquinas que se encienden y funcionan cada 3 0 6 años, en busca de nuestro voto, han dejado a un lado el quehacer y la representatividad política, Algunos piensan que creando o cambiando de partido, se santifican y obtienen una investidura de renovación pública.
Sin embargo, democracia no son sólo elecciones que consisten en un día, la democracia, es una vasta estructura institucional, tendiente a garantizar, las libertades y derechos de los ciudadanos.
Para cambiar a nuestro país no es necesario militar en un partido, ni tener como bandera la crítica vacía que nunca llega a buen puerto, es salir a expresar nuestros ideales, manifestar nuestros intereses, ser propositivos, pero sobre todo proactivos y tener firmes nuestras convicciones.
La culpa al final del día, no la tiene la Institución Política, meramente ella es un medio para llegar y ejercer el poder, la responsabilidad está en los actores políticos y la sociedad civil organizada, de elegir y exigir lo que le hace o no le hace falta a México.