Joaquín Antonio Quiroz Carranza
El conservadurismo, ese que grita hoy sandeces contra el presidente, es descendiente de aquel que constituyó la inquisición. Hoy distribuir la riqueza social de una forma más equitativa, es considerado un pecado a los ojos del neoporfirismo, lo mismo que durante tres siglos (1500-1700) se consideró pecado pensar de forma diferente a lo estipulado por la iglesia católica.
La inquisición aplicó directa o indirectamente, mediante el poder civil, torturas a quienes no profesaba la fe católica acusándolos de herejes, judíos, musulmanes, iluminados o idolatras. Los suplicios más frecuentes que aplicaron los inquisidores católicos contra los que ellos consideraban que practicaban la brujería, la magia, la hechicería, la nigromancia, la idolatría y contra todo aquel que no se sometía a lo que los inquisidores consideraban apropiado para la iglesia católica, fueron: la penitencia, mediante la cual se hacia renegar al cautivo de sus creencias y los castigos eran multas, el destierro y las galeras; la reconciliación consistía en penas más largas y expropiación de todos los bienes del acusado; la garrucha, el potro, la tortura de agua y la hoguera, esta consistía en quemar vivo al condenado, o bien después de ser estrangulado, si se arrepentía a tiempo; también existía la pena de ser arrastrado por todo el pueblo o la villa, atado a un caballo, para después ser descuartizado y sus restos exhibidos sin recibir sepultura.
En la nueva España, se instalaron tres tribunales de la inquisición entre 1571 y 1700: (Perú, México y Colombia). En México el quemadero principal de la inquisición se ubicaba cerca de la iglesia de San Hipólito de la alcaldía Cuauhtémoc en la Ciudad de México, a un lado de la famosa Alameda, aunque también hubo otros quemadores de carácter no formal como el de Maní en Yucatán, instalado por Fray Diego de Landa, aún sin ser inquisidor autorizado. También había quemadores del poder civil, aunque no había ninguna diferencia entre lo civil y lo eclesiástico, uno de ellos estaba en San Lázaro, cerca de la Cámara de Diputados. Uno de los indígenas incinerados en la hoguera por la iglesia católica fue el texcocano Calos Ometochtzin, mandado a la hoguera por el fraile Juan de Zumárraga, mismo recibió a Juan Diego con el ayate de la Virgen de Guadalupe.
La hipocresía de los inquisidores es la misma que la de los conservadores actuales, los primeros asesinaban, torturaban y quemaban vivos a seres humanos en nombre de Dios, por el simple hecho de no pensar como ellos o por ser judíos o musulmanes. Los conservadores quisieran retomar la inquisición y poner quemadores en cada plaza pública. Pero saben muy bien que aquellos que juegan con fuego terminan quemados.
Para tener una visión más integral del pensamiento inquisidor-conservador basta con visitar el Museo de la Inquisición ubicado en la Calle de Tacuba No. 76 en el Centro Histórico de la CDMX.