Hoy las concertacesiones son muy distintas a las de 1991. En aquellos días, los ensayos fueron burlas a la democracia, con anulaciones de casillas donde no había un solo representante del PAN, todo para entregarle el gobierno municipal al primer alcalde Jesús Salvador Olvera Pérez, quien después se rebelaría contra los mismos panistas que lo llevaron al poder. Lo sacaron del Movimiento Familiar Cristiano para ponerlo al frente de una candidatura que entonces cargaba con el peso moral del doctor Antonio González Ordaz, quien tres años antes había sucumbido ante la popularidad y arrastre de Jaime Nieto Ramírez.
Hoy esos movimientos —y desde hace años— se calculan con tiempo, con actores políticos vivos a quienes se empieza a despreciar y abandonar, a no escuchar y a dejar que caminen por otros senderos. Se rompe la unidad… La historia es ilustrativa, no la pierdan de vista.
Hoy, los panistas de cepa están dolidos y pueden estarlo aún más, pues han visto que la división interna se hace cada vez más evidente.
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En aquel entonces, el candidato Manuel Meza por el PRI había reunido a muchos hombres y mujeres decididos. Se presumía que, por la disciplina de Manuel, las cosas serían muy buenas para San Juan del Río. Las campañas se intensificaron para hacerlo ganar, y las visitas del entonces gobernador Enrique Burgos García fortalecieron su presencia en varios puntos del municipio.
Sin embargo, tuvieron que acatar las órdenes de la Secretaría de Gobernación, encabezada por don Fernando Gutiérrez Barrios, el caballero de la política. Ya sabía lo que venía y, cuando le pidieron —al calor de los conflictos— que se opusiera a la entrega de San Juan, hay voces que dicen que respondió:
“Si no entrego a San Juan, no soy gobernador.”
¡Aguas, porque se puede repetir! Solo que ahora, como karma para el Partido Acción Nacional.
San Juan del Río, desde la época de la Colonia y aún antes, ha sido una de las ciudades más importantes de México. Las visitas presidenciales nunca han faltado, y dos damas —Sara Pérez Romero y Cecilia Occelli de Salinas— tuvieron fuertes nexos con esta ciudad.
No olvidemos nunca la historia, ni desdeñemos la lucha de las mujeres en estos tiempos, sobre todo de aquellas que viven y sienten a San Juan del Río como su patria chica.
Los advenedizos son muchos, se visten con piel de cordero, pero esconden profundos intereses económicos.
