Fernando Roque
Esa noche el programa era en vivo. Pola Garbo la gran actriz y cantante regresaba triunfante al escenario después de su retiro provocado por esa extraña enfermedad que la mantuvo alejada de las luces de la farándula. El programa por su importancia, era en vivo. La gran diva lo merecía. Entonces la gran Pola Garbo empezó la canción con la que cerraría su homenaje y regreso, el público aplaudía emocionado y las luces ocultaban oportunamente los estragos que ya el tiempo hacía en su antes lozano rostro, aunado al maquillaje-disfraz que la presentaba impecable a su público. Entonces, faltando segundos para que terminara su canción, después de bajar majestuosa la escalinata para convivir de cerca con su gente emprendió la subida, se imaginaba ya el after party en el restaurante de lujo “El Marion´s” cuando sintió que el tacón de su lujoso calzado chocaba con el último escalón y con toda su alta figura fue a dar al suelo, el micrófono salió de su mano y derrapó; todos, el presentador, los técnicos, el público quedaron estupefactos, entonces la Diva intentó salvar ese ridículo y levantarse majestuosa, pero por la tensión volvió a caer . . . y entonces sí la carcajada estruendosa, antes respetuosamente reprimida, estalló cruel como una bofetada en el rostro de la ex-diva, como un látigo de desprecio y maldad, su gran esperado regreso había terminado resbalando de sus maquillados ojos dos lágrimas de estupor, humillación y dolor. La función había terminado.