Por Lic. Roberto Jiménez Salinas
San Juan del Rio, Qro.-Una de las tradiciones más auténticas del Estado de Querétaro y de México es sin duda una que emana del sincretismo, de la unión de dos grandes culturas en una gran manifestación de piedad popular, se unen aquíí lo mundano y lo sagrado, el culto a la madre tierra y al Dios único y vivo.
Fundada en días anteriores a 1689 en San Juan del Río y constituida más tarde como asociación parroquial dada su trascendental importancia, aglutina a seis de los emblemáticos Barrios Indígenas y/o mestizos del San Juan del Río de aquel tiempo, Barrio de San Juan (conocido también como El Portillo, ya que en aquel tiempo la mayoría de socios de éste barrio vivían en la actual calle de Morelos hasta la vía del ferrocarril), Barrio de San Isidro, Barrio del Espíritu Santo, Barrio de la Concepción, Barrio de la Cruz y Barrio de Lomo de Toro o Guadalupe de las Peñas.
Sin duda es un muestrario del amor al campo y su relación con la divinidad, los socios se dicen custodios del sepulcro donde se guarda el cuerpo de Jesús, esperando su resurrección, cada grupo custodia celosamente durante un año la urna que contiene una pequeña imagen de Jesús en el sepulcro, coronado de espinas y una cruz a sus pies, una campana de paso o de aviso con una estola que tiene grabada la fecha de su fundición en 1689, y una pequeña alcancía que en realidad es una urna más pequeña de Jesús en el sepulcro.
La fiesta más importante es el Domingo de Resurrección.
Cada barrio o grupo de socios, está dividido a su vez seis grupos internos Capitanes, Campanitas, Centuriones, Alféres, Sargentos y Soldados (doce de cada grupo), con responsabilidades propias, el orden, la liturgia, cargar la imagen, portar el estandarte etc., su uniforme es falda o pantalón azul marino y camisa o blusa blanca, las mujeres reboso, usan un distintivo de acuerdo a su encargo en su hombro izquierdo en forma de cruz. Cada barrio es independiente en cuanto a su organización interna y está dirigido o animado por un Primer Capitán como jefe.
Los similares de cada barrio se dan el título de “compadres” y elevan ese compromiso al nivel de un sacramento, al entregar y recibir la Imagen se dan un abrazo delante de ella y se piden perdón, se ofrecen disculpas y juran guardar ese compadrazgo para toda la vida (si por alguna causa o motivo alguien se separa de la asociación seguirá llamándose compadre y reconociéndose como tal).
Al término de un año de custodia de la imagen al inicio de cuaresma se realiza el rito de entrega recepción de dicha urna al siguiente barrio, el barrio que entrega ofrece en día sábado a sus compadres de los otros barrios un convivio consistente en mole con pollo o guajolote, frijoles ayocotes y arroz, no se puede cambiar este menú por ningún motivo, se acompaña de un poco de pulque, tortillas pintadas y a mano que tradicionalmente las aportan fieles que acuden a la comida, al día siguiente domingo se asiste a misa muy temprano y se ofrece al Señor Palanganas con Chocolate caliente y gorditas de trigo, primero a Dios y luego se reparte al exterior del templo entre los fieles, más tarde los compadres acuden al recalentado.
En cada hogar que se ofrece dicho convívio se coloca en el extremo de la mesa un altar adornado según las posibilidades de la familia, donde el primer invitado es Ntro. Sr. Jesucristo, se coloca ahí pan, fruta y el pulque, que será repartido por los compadres invitados a la concurrencia, el primer plato que se sirve es para Jesús Ntro. Señor, se sirve posteriormente a los compadres y se bendicen los alimentos al inicio y al final de la comida se agradece a todos su participación y apoyo.
A los ocho días se hace la entrega formal y material de la Urna del Señor del Santo Entierro, y los compadres anfitriones realizan ahora en su casa la comida de recibimiento llamada segundo convivio.
El Señor Cura Pbro. Don Francisco Herrera Martínez q.e.p.d, reorganizo dicha asociación dotándola de unos estatutos que rigen su vida interna y externa sin dañar la tradición que la ha mantenido vigente hasta nuestros días, así como el Himno que engloba sus tareas y devociones, una poesía para cantar. Hace años la Imagen llegaba a la casa del Primer Capitán y ahí se custodiaba durante un año, Don Francisco Herrera ordeno que se cambiara esa forma y para darle mayor importancia se queda ahora en los templos de cada barrio, lo que acrecentó dicha devoción.