Bitácora 675.-
Por Raúl Rosillo Garfias
El Pueblo de Amealco, no es mágico, por gracia de alguna gobierno o de algún programa, la magia únicamente se reconoció, y se le dio la importancia y la dimensión que reclama un pueblo que convirtió a este municipio en otras décadas como el granero del Estado al producir más de 100 mil toneladas de maíz… luego vino el declive, pero no se dejaron vencer… produjeron Cempazuchitl de enorme calidad y también dejaron de hacerlo por depreciación en el mercado… pero lo que nunca han dejado de hacer, sobre todo los pueblos originarios, que están enclavados en la zona indígena de Santiago Mexquititlán y San Ildefonso Tultepec, ambas delegaciones con sus pueblos con su particular distribución en barrios.
Hay muchas cosas que poco o nada se sabe de estos pueblos originarios, que llegan a asentarse a esta región tras la conquista de México en los 1500, su desplazamiento obedece a que ellos siempre fueron amantes de la agricultura y de la recolección y domesticación de animales… pero también hay artistas y creativos, construyeron sus propias herramientas y trastos… y eso dio origen a la alfarería de gran calidad que se produce ahí…
Las ollas de barro, fueron por muchas generaciones los refrigeradores en donde no sólo se enfriaba el agua, se guardaban algunos productos para hacerlos más duraderos… la olla de barro es todo un ícono de la vida rural en estas zonas de Amealco… y la loza de barro, los comales en los que se hacían las tortillas… hoy se han puesto nuevamente de moda en algunos lugares y hasta restaurantes de lujo.
La diversificación de la alfarería ha sido tal que ahora los alfareros de San Ildefonso, lo mismo esperan con producto los días de muertos, que hacen alcancías, y se han dedicado a hacer loza un poco más sofisticada y con decoraciones mucho más atractivas… es desde luego una forma de vida… pero ellos desde sus trincheras siguen reclamando apoyos para ser autosustentables… y si se da tiempo, hagan una visita a los alfareros de San Ildefonso, o a las bordadoras de Santiago, la verdad quedarán maravillados…