Ichkabal…nueva zona arqueológica en Chetumal.

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Enviado Especial
Conocer las zonas arqueológicas que tiene el sureste mexicano es transportarse, según los datos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, a los 300 años antes de Cristo o a los 250 después de la era cristiana. Quince siglos de abandono de estas ciudades mayas, que aún están en pie y dentro de la zona selvática más hermosa, en donde todavía se dejan ver pequeños zorros y tejones que, sin temor alguno, buscan alimento.
Ichkabal es la zona arqueológica más nueva en la zona de Chetumal. Nos cuenta Nicanor Piña Ugalde, nativo de San Juan del Río pero avecindado en estas tierras desde hace más de medio siglo, que hace dos años esta zona empezó a ser conocida por los habitantes del área y por los turistas. Es, en verdad, toda una ciudad lo que hasta el momento se puede observar. Aún queda mucho trabajo por realizar; son más de 60 mil metros cuadrados los que ocupan los monumentos piramidales, muchos de ellos todavía sin mucho trabajo antropológico. Pero lo que sí se puede presumir es que hay algunas pirámides más grandes y altas que las de Chichén Itzá.
El paseo para observar y conocer estas bellezas del pueblo maya es increíble, pues estando a más de 45 metros de altura se puede ver la gran selva en la que está inmersa esta ciudad, que tendría $1.3$ veces más terreno de ocupación que el Zócalo de la Ciudad de México, con un edificio piramidal de más de 160 metros de lado, que llama poderosamente la atención por su estructura y su belleza, la mayoría con calas de trabajo en diferentes partes de su conformación.
A tan solo unos 80 kilómetros de Bacalar en auto, sobre una carretera magnífica, rodeada de infinidad de vegetación selvática y con árboles maderables de gran altura y estructura, el camino se hace agradable. Mientras, el guía, que conoce la zona al haberse quedado a hacer su vida en esta tierra, va explicando con detalles y seis pasajes de recuerdos de su tierra queretana: de bomberos, de la Cruz Roja y de personajes diversos, propios de la juventud y de la infancia.
Ichkabal está llamado a ser uno de esos atractivos imperdibles para quienes hacen turismo cultural. La vigilancia es amable, toda de lugareños que trabajan para el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Sus recomendaciones son amables, hasta para decir dónde se puede llegar: «No se pase de tal zona y si lo hace así, la verdad disfruté mucho».
Mientras tanto, durante el caminar por el sendero, escuchas a los pájaros carpinteros hacer su labor de taladrar, y cuando los buscas, callan. Son un poco más grandes que los que estamos acostumbrados a ver en el centro del país, en donde los copetes son amarillos; aquí son de rojo intenso. Y junto con eso, hay que espantarse los mosquitos que andan a todo lo que dan. Pero el paseo de dos horas y media, subiendo y bajando, es toda una delicia. El clima cálido permite al cuerpo transpirar, pero sin agotarse. Es cuanto, del paseo.

Tags: #cultura, #MÉXICOANTIGUO, #turismo, #ZONAARQUEOLOGÍCA, bitacoradiario

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