Cuando era estudiante en la Facultad de Derecho, mi profesor de Constitucional nos narró una historia de la Alemania del siglo XVIII, la cual menciona que, había un monarca molesto por la existencia y presencia de un molino adjunto a su palacio, el cual era muy ruidoso, echando a perder así, la vista y paz de su majestad. El rey, molesto por la situación y con base en su gran poder, citó al molinero para preguntarle sobre la cantidad a pagar por cederle la propiedad, para que así, el molino se derribara, el súbdito sin temor alguno, refirió que la propiedad no se encontraba en venta.
El rey asombrado por la respuesta, se dirigió al plebeyo amenazándole al decirle que si él lo decidía, podría arrebatárselo sin pagar cantidad alguna. No rindiéndose, el molinero arrojó la frase icónica, “¡Majestad, todavía hay jueces en Berlín!”, dando a entender que el actuar del rey, debe estar sujeto a los principios de justicia y legalidad.
La disputa entre el rey y el molinero acabó en los tribunales judiciales, en donde los jueces le dieron la razón al propietario, obligando a su majestad a renunciar a sus pretensiones y aceptar la decisión judicial.
El breve relato histórico, sigue resonando en nuestro presente como un recordatorio de la importancia de la supremacía de la ley, recordando que la justicia y el derecho prevalecen sobre cualquier autoridad política-administrativa.
Tristemente, en México, nuestro presidente a partir de asumir el poder (aquel lamentable 1ero de diciembre del 2018) se dio cuenta que “Aún hay jueces en México”, cuando comenzaron las sentencias en contra de sus proyectos y amparos que paralizaban sus grandes obras. Andrés Manuel comenzó a vislumbrar poco a poco que su poder no era completo ni absoluto, que, si bien tenía al Ejecutivo y un Legislativo a medias, el Judicial era un contrapeso. A pesar de las constantes críticas al Poder Judicial, los impartidores de justicia sin ningún miedo, continúan tomando decisiones objetivas, imparciales e independientes de las presiones políticas.
La ausencia del presidente en Querétaro por el 107 aniversario de la Constitución Política, es una grave ofensa a nuestra historia, marco jurídico y Constitución, dejó entrever que no reconoce ni respeta nuestra máxima norma, quiere su propia ley a modo, no acepta que hay división de poderes y que hay hombres y mujeres que a pesar de sus ataques impartirán justicia.